Señor Director:
A la documentada relación enviada por el profesor Jaime Mañalich (carta de ayer), sobre la letra muerta contenida en nuestra regulación farmacéutica, podemos agregar el incumplimiento de la disposición contenida en la Ley Nº 20.724, de 2014, que prohíbe los incentivos económicos de cualquier índole, que induzcan a privilegiar el uso de determinado producto a los profesionales habilitados para prescribir.
Desde el reparto de lápices, sin embargo, hasta invitaciones a viajes y actividades sociales, disfrazados de educación médica continua, siguen siendo práctica usual de algunos laboratorios farmacéuticos, agregando mayores costos a la cadena de producción y distribución de los medicamentos, que terminan siendo pagados por los propios pacientes.
Rodrigo A. Salinas
Médico-neurólogo
Departamento de Ciencias Neurológicas
Universidad de Chile