Denis Johnson (1949-2017) ha sido calificado por la crítica estadounidense como uno de los grandes narradores de nuestro tiempo. Tal juicio no parece exagerado frente a algunas de sus novelas
- Árbol de humo , El nombre del mundo , Sueños de trenes , Hijo de Jesús - que plantean una búsqueda de lo sagrado, una misión en una tierra salvaje degradada por la maldad, una preocupación por el lenguaje de lo sublime y la angustia por la muerte. Esto último fue siempre muy cercano a Johnson, pues, al luchar por décadas contra el cáncer, sabía que le quedaba poco tiempo de vida, por lo que tanto en su temática como en sus procedimientos se zambulló en los materiales literarios que lo obsesionaron con una franqueza admirable, que hizo extensiva a sus personajes. Vale la pena citar la opinión de algunos contemporáneos, quienes celebraron su producción ficcional. Philip Roth habla de "una prosa y un estilo asombrosos"; Jonathan Franzen afirma: "El Dios en el que quiero creer tiene la voz y el sentido del humor de Denis Johnson"; George Saunders no se queda atrás cuando dice que él es "el escritor norteamericano de relatos más poético desde Hemingway".
El favor de la sirena, una colección de cinco novelas cortas publicada en forma póstuma, ha sido aplaudida por los medios y los especialistas. En el mismo año del fallecimiento de Johnson, mereció que se dijera que la historia que da título al volumen puede considerarse la mejor ficción publicada por un autor americano en lo que va corrido del siglo. El narrador nos dice al inicio: "Me pregunto si ustedes son como yo, si coleccionan y atesoran en su alma ciertos momentos en los que el Misterio les guiña el ojo, en que están paseando (...) ya bastante lejos de su vecindario y caminando entre un montón de tiendas cerradas, y se acercan a su propio reflejo tenue en un escaparate con un letrero encima". Quien así se expresa es un publicista, alter ego de Johnson, casado con Elaine, con la que tiene dos niñas. A sus 60 años, el ejecutivo acepta que se encuentra cerca del final, cuando su exmujer lo llama para decirle que se está muriendo. El problema es que el protagonista no sospecha cuál es la excónyuge que lo interpela, ya que antes de Elaine, ha contraído matrimonio con cuatro damas. Sin embargo, esta es la insinuación de una serie de episodios entrelazados, que forman una trama compacta, donde se dan cita tópicos como la amistad, el amor, el trabajo, las relaciones interpersonales, un vistazo a la política contingente, en una serie de situaciones humanas reales, cercanas, absurdas, en apenas 43 páginas. Consciente de que le resta poco tiempo, Johnson elimina la distancia que pudiese tener con el lector, en una suerte de coda depurada de sentimentalismos: "El mundo sigue girando. Es evidente para usted que mientras escribo esto no he muerto. Pero puede que sí cuando lo lea".
"El Starlight de Idaho" y "Bob el estrangulador" transcurren en una clínica psiquiátrica y en una cárcel. En el primer caso, Cass, sujeto a un tratamiento de desintoxicación alcohólica, compone cartas a diversos destinatarios, las que, en su mayoría, jamás serán despachadas. Ellas se dirigen a su abuela, a la administradora de la institución donde está recluido y a personajes tan remotos como el Papa Juan Pablo II. A poco andar, la intriga adquiere un carácter desopilante, desinhibido, delirante: todo está expuesto desde el punto de vista de Cass y desfilan personajes tan típicos, que el cuento bordea la caricatura, sin caer en ella gracias a la pericia de Johnson. "Bob el estrangulador" también se sitúa en un espacio cerrado: la prisión. Aquí el tono cambia a la picaresca, las aventuras de simpáticos rufianes, las patotas que se forman en tales sitios, la lucha por la subsistencia, las alianzas entre los reos, en fin, el retrato de un mundo patas arriba. El vínculo central que une a todos los convictos es la droga y ninguno de ellos es ajeno a la adicción por diversos combinados -y eso con neoprén, LSD pegado en páginas de revistas-. Cómo se las arreglan para adquirir psicotrópicos quedará en el misterio y parece que a Johnson el asunto le da lo mismo. O bien lo da por sentado en un medio que, desde luego, conoce a fondo.
"Triunfo sobre la tumba" y "Doppelgänger, poltergeist" son las dos últimas piezas de esta recopilación y se enfocan en algo que Johnson domina y que lo mantuvo trabajando por largos períodos: las escuelas de literatura creativa, la carrera académica, la enseñanza a chicos y chicas que quieren aprender el oficio narrativo y las existencias de literatos que nunca superaron un primer libro. Es lo que sucede con Darcy Miller, quien, en 1972, logró la aclamación con "Por qué estoy perdido", obra que fue considerada un clásico de las letras angloamericanas. Ahora Miller languidece en la universidad de Austin, Texas, y hay signos evidentes de que se estaría volviendo loco, pero las cosas son peores. En "Doppelgänger..." el poeta Mark Ahearn nació el mismo día que Elvis Presley y comparte con el Rey del Rock el hecho de haber tenido un hermano gemelo que llegó muerto. Mark está seguro de que eso fue una confabulación, que a Elvis lo asesinó la CIA, que una comadrona diabólica raptó a la guagua y a continuación hay profanaciones de sepulcros, suplantaciones de identidades, robos de reliquias sagradas para los fans, todo ello en un ambiente propenso a las letras, muy culto, si bien harto demencial. Así,
El favor de la sirena conforma un legado diverso y magistral.