Para que dé en su blanco, el humor -desde la ironía fina al sarcasmo más feroz- debe tener cierta distancia crítica con su objeto de burla. Solo así la risa alcanza su efecto revelador, que pone el foco en un lado de lo serio que aún no se descubre e ilumina el aspecto repudiable o ridículo de la realidad. Incluso, la sátira más demoledora nunca es total, siempre sugiere una salida. Es que el ser humano necesita algo en qué creer y apoyarse. Hasta el austríaco Thomas Bernhard, "el gran denigrador", de quien vimos recién su obra "El Presidente", respeta eso: pese a su radical inconformismo insinúa una luz de esperanza de que el hombre -no el que muestra, sino otros capaces de reaccionar- hallará un modo de salir a flote.
Es lo que no hace "Fe de ratas", el Opus 20 del colectivo La María en 18 años de vida, cierre de su última trilogía que ambiciosamente persiguió una denuncia de la hipocresía de nuestro orden establecido. Esta -con texto y dirección de Alexis Moreno- es, como la más reciente "El hotel", muy inferior a "Los millonarios", de 2014, sin duda y a gran distancia el único acierto del tríptico.
Trata de un reverenciado obispo a punto de ser homenajeado por su larga misión eclesiástica y además porque luchó contra la dictadura. Pero en privado este hombre con olor a santidad violó reiteradamente a un niño de origen haitiano y quizás a cuántos más, por lo cual -con gran escándalo de su séquito (aparecen dos curas y una monja que lo sirven)- pronto llegará un investigador papal. En esa ficción sarcástica resuenan fuerte los casos de Karadima y Precht, y también el tema de la inmigración y la crisis del Sename. Más aún en su último tercio, de un total de 105 minutos, el relato cambia drásticamente de eje en lo que parece otra obra dentro de la primera: en una súbita epifanía, la monja se vuelve marxista y predica esa ideología en una extensa diatriba desquiciada y caótica.
Definida como "comedia negra", se sustenta en la destreza de Moreno para componer diálogos y situaciones, y en la solvencia del elenco; aunque en verdad los actores gritan sin tregua para hacer convincentes sus endebles entes dramáticos. El problema es que la entrega resulta por completo ineficaz como sátira y manifiesto. No hace reír nunca porque no agrega nada nuevo respecto de la debacle de la Iglesia Católica como bastión moral a raíz de la avalancha de abusos sexuales contra niños y adolescentes en Chile y el mundo. Una cuestión dolorosa culturalmente que nuestra conciencia colectiva todavía no logra procesar, ni puede hacerlo en su conjunto si cada semana se conocen nuevas denuncias y antecedentes. Las sórdidas descripciones de los detalles sexuales suenan insensibles pensando en las víctimas, como si el texto buscara hacer en escena lo que en cine conocemos como 'gore', la exageración efectista de lo que ya es repulsivo.
En su furia contestataria, La María extiende, desde el mismo título, el ataque a la institución corrompida, a la fe. Y en eso confunde esta -la relación de todo hombre con el ámbito superior, o sea lo espiritual y la religiosidad, los cuales niega- con la certeza y adhesión hacia cualquier ideología o principio comprobable que la razón humana pueda conocer y aceptar.
Centro GAM. Miércoles a sábado a las 20:30 horas. Hasta el 20 de octubre.