Harry Dean Stanton ha sido uno de los actores secundarios más homenajeados de las últimas décadas. En el 2012, cuando ya cumplía 86 años, tuvo su estreno en varios festivales el documental
Harry Dean Stanton: Partly Fiction, dirigido por Sophie Huber, que repasa con algunos directores y actores amigos sus singularidades actorales.
En 63 años de carrera, Stanton participó en más de 200 títulos, aunque se debe incluir en ellos unas 50 series de televisión. Treinta de esos años se consumieron en una trayectoria poco distinguida, conocida solo en la intimidad de Hollywood. Aunque estuvo en algunas cintas memorables, como
Pat Garrett & Billy the Kid (1973) o
Alien (1979), y en el grupo de Bob Dylan en su
Renaldo y Clara (1978), solo vino a adquirir eminencia en 1984, cuando el alemán WimWenders le encargó el papel protagónico de
Paris, Texas, el inolvidable Travis Henderson que busca volver al mundo después de vagabundear por años.
En ese punto adquirió el estatuto de culto que lo convertiría en el favorito de numerosos directores, pero especialmente de David Lynch, que lo empleó en seis de sus obras. Por eso no es extraño que Lynch tenga un prominente papel en
Lucky, donde es el vehemente dueño de la tortuga Presidente Roosevelt, que a sus 100 años ha huido de su rancho.
Lucky no es una autobiografía, pero está evidentemente hecha a la medida de Harry Dean Stanton, que cumplió los 91 al momento de su estreno, y murió poco después.
Como Stanton, Lucky fuma tanto, que ya se considera que ha derrotado al cáncer. Todos los días sigue la misma rutina: ducha, ejercicios
de yoga, un vaso de leche, café en la cafetería, caminatas por el pueblo, concursos en la TV, crucigramas y noche en el bar Elaine's, donde también están siempre los mismos. Es la vida del pueblo chico, pero sobre todo es la vida a los 90, restrictiva y restringida, ascética
por inercia.
Como Stanton, el escuchimizado Lucky no se ha casado, no tiene hijos y ama los corridos mexicanos. También Lucky estuvo en la Marina en la Segunda Guerra Mundial, navegó en el Pacífico y sirvió como cocinero. También es poco aficionado al trabajo, ateo y distante de cualquier forma de trascendencia. Un día la rutina se ve alterada. Algo cambia. El hombre advierte que se ha presentado una situación nueva.
La situación, desde luego, es la muerte. Tanto Stanton como el director debutante John Carroll Lynch -también actor secundario, sin relación con David Lynch- se muestran hiperconscientes de que están filmando, no la gloria, sino el rastrojo de una vida, lo que va quedando antes del momento final, un hecho que pone a la película en el límite de las fuerzas éticas. Pero solo en el límite, porque
la sobriedad de
Lucky, su morosidad, su humor de viejos, es también una crepuscular celebración de la vida. Y esto es siempre un triunfo; o, dicho de otra manera, convierte al cine en un acto triunfal.
LUCKYDirección: John Carroll Lynch.
Con: Harry Dean Stanton, David Lynch, Ron Livingston, Ed Begley Jr., Tom Skerritt, James Darren, Beth Grant, Yvonne Huff. 88 minutos.