Se va Arturo Salah de la ANFP. El exjugador, ex seleccionador nacional y dirigente decidió no repostularse a la presidencia de la organización que rige el fútbol nacional. Para quienes no conocen a Salah, una resolución difícil de comprender. El timonel del fútbol parte justo en la hora de la cosecha, después de tres años frenéticos por la mayor crisis que recuerde la actividad desde 1933.
Los problemas con el Ministerio de Justicia están resueltos; se firmaron dos contratos millonarios por los derechos de televisión de las selecciones y el fútbol local (el del CDF vive el proceso normal ante la Fiscalía Nacional Económica por sus montos y magnitud); la selección chilena fue campeona de la Copa América Centenario (primer título fuera de nuestras fronteras) y vicecampeona de la Copa Confederaciones; Chile organizó la Copa América Femenina, clasificando al Mundial de Francia; albergó el Sudamericano Sub 17, logrando un pasaje al Mundial de la India 2017 luego de 20 años; en enero recibirá el Sudamericano Sub 20 y Santiago fue anunciada para la final única de la Copa Libertadores 2019. Logros plausibles, junto al plan de desarrollo para los próximos 10 años.
El problema es que Salah y su directorio lucen un fracaso enorme, que en Sudamérica marca cualquier gestión. No ir al Mundial de Rusia 2018 generó un cisma y cuestionó todo lo obrado, sumando la eliminación en el Sudamericano Sub 20 de 2017 en Ecuador, matizado por el título en los Odesur de este año.
Es posible que el carácter retraído del otrora puntero izquierdo generara dificultades a la hora de vocear los avances, aunque en el balance, la gestión comunicacional fue un área débil, que ni siquiera aprovechó la gloria de la Copa América Centenario. En la misma medida, nunca se entendió que no hiciera cambios de fondo en la plana ejecutiva, en especial en la gerencia general, que por su insensatez y carencia de conciencia del cargo que ejerce, lo expuso al mayor bochorno de su carrera por la desprolijidad en la compra de unos boletos aéreos.
Al revisar su carrera directiva y técnica, no es extraño que actuara así. Siempre arreó con los bueyes que había, aunque el escenario demandara modificaciones. Y en esta ocasión no fue la excepción.
En la lógica del actual presidente de la ANFP, las lealtades son vitales y no se ejercen de la boca para afuera. En el ambiente del fútbol era público y notorio que dos integrantes de su mesa lo descalificaban ante muchos dirigentes de clubes e incluso funcionarios. Sin embargo, lo que escapó a toda norma de decencia fue lo que ocurrió el jueves, durante el Consejo de Presidentes.
Un personaje funesto, de esos que vienen al fútbol a hacer una pasada y creen que disponen de poder, en una acción incalificable, saludó a Salah y luego de hacerlo se limpió la mano. Lo vieron varios de sus colegas, quienes una vez más constataron su miseria.
Ahí está el problema mayor del fútbol chileno. En la permisividad de una estructura que acepta a cualquier siniestro aventurero. Viene un mes complejo en una corporación que hoy luce un botín sugerente para los bandidos.