La alerta se dio el martes. Atlético Tucumán, en el inicio, superó con largueza a Gremio de Porto Alegre, pero no resolvió en el arco del sólido Marcelo Grohe. Vino la lesión de Ricardo Noir, el ingreso de Gervasio Núñez (expulsado en los 45') y el gol de Alisson en los 35 minutos. Comenzaba a cerrarse la llave entre el sorprendente cuadro tucumano y el vigente campeón de la Copa Libertadores, que salía sin heridas en el partido de ida por los cuartos de final.
El plano de secuencias no fue igual, pero sí el epílogo. Colo Colo entró sin chispa, y antes de los tres minutos Palmeiras estaba 1-0 arriba. Demasiada ventaja en esta instancia, donde el gol de visitante genera un efecto psicológico en los protagonistas y en los hinchas. Tardó un cuarto de hora el conjunto de Héctor Tapia antes de reponerse. Justo cuando Óscar Opazo se activó en la derecha y Jorge Valdivia manejó la pelota con su criterio habitual.
Los albos dispusieron de cinco situaciones claras, casi las mismas que la visita, pero carecieron de certeza. Tal como sucedió frente a Corinthians, Colo Colo supo competir, los rendimientos individuales crecieron, pero esta vez no le alcanzó para discutir la victoria. El empate estaba bien, pero un triunfo resultaba excesivo.
El desarrollo del cotejo demostró las diferencias entre el equipo chileno con mejores individualidades y un plantel de primera división de élite brasileño. Esteban Paredes, decisivo en nuestro medio, casi no entró en juego, aunque la volea que desvío Antonio Carlos cuestiona este juicio. Tapia miraba a la banca y no encontraba opciones de recambio.
La campaña en el plano interno, donde el entrenador recurrió a rotaciones, demostró que esta versión de Colo Colo tiene 11 titulares, a Jaime Valdés como primer cambio en la zona de gestación, Esteban Pavez, de la mitad del campo hacia atrás, y nada más. Se dijo desde enero que carecía de velocidad en el ataque, que su dependencia de la subida de los laterales era riesgosa. El tiempo, como siempre, puso las cosas en su sitio.
Acá la responsabilidad es de Pablo Guede y Aníbal Mosa, quienes formaron este grupo. Nada que reprochar desde el arco hasta la contención, pero escasas variantes a la hora de atacar. No es culpa de Guede y Mosa, eso sí, que César Pinares o Iván Morales no dieran el salto de calidad que las circunstancias requerían.
Palmeiras golpeó de entrada, manejó la pelota con Moisés y el despliegue de Bruno Henrique, autor del tanto de la apertura, mientras William y Dudu asustaban con sus descuelgues por las orillas. Relevante el trabajo del lateral derecho Mayke, vivo para sumarse al ataque. No es fácil enfrentar a una escuadra de Luis Felipe Scolari. Ordenados en el fondo, cortaron los circuitos albos con faltas reiteradas, aunque repartidas. Así bajaron el ritmo cuando Valdivia amenazaba con su gambeta.
La Copa Libertadores no da pausa. Es fría y brutal. Lo supieron en Tucumán y también en el Monumental. El 2-0 transforma la clasificación a semifinales en una epopeya.