Nuestro Territorio Antártico es un camino al futuro. No es solo un asunto de mantener una presencia a través de las bases y de ciertos proyectos de investigación. Es mucho más que eso. Es una utopía, es un llamado del futuro para guiar nuestras acciones. Tampoco se trata de antartizar nuestro país. Para enfrentarnos a la Antártica debemos pensar en los casi infranqueables obstáculos que opone su naturaleza, y observar la gran cantidad de países que se interesan cada día más en ella y están presentes tanto allá, como en las conferencias internacionales que van encauzando las acciones.
Estos son desafíos para templar el ánimo, pensar con audacia de cara al porvenir, saber arriesgarnos para conquistar metas superiores. Este continente nos obliga a desarrollar un nuevo estilo que debe nacer desde nosotros mismos para enfrentarnos a él. Y esto trae consigo enfrentar al mundo, no en un sentido bélico, sino en cuanto a la estatura que deseamos entregarles a las generaciones venideras. La Antártica es un objetivo símbolo para movilizar al país. Debería ser un tema recurrente y encarnarse en la opinión pública. Es un enfoque muy diferente del mes que celebran los escolares y ciertas instituciones que hoy son poco relevantes en la vida nacional. En la actualidad, es un gran ausente en el debate público de las grandes corrientes que disputan por la dirección del país.
Se vincula con ese continente el océano Pacífico, otro gran ausente a pesar de tanto discurso y convención internacional. En la actualidad se exhibe una gran exposición sobre las ballenas y el mar, evento que tras una espléndida presentación muestra un provincianismo y localismo como si el mundo no existiera: nuestros vecinos del continente, los del oriente y su multiplicidad cultural, la desmesura misma del Pacífico. Nada de eso se trasluce. ¡Y es nuestro océano! Qué ocasión tan desaprovechada.
Dentro de nuestros límites, la inconclusa Carretera Austral, la Carretera de los Canales hasta Isla Navarino, el camino del Salar de Atacama hasta la laguna del Negro Francisco. Son desafíos más pequeños y tangibles. Pero todos requieren de una mentalidad diferente de la que se observa en el pequeño y esclerotizado escenario del debate cotidiano. Nada de todo lo señalado es materia para que la última palabra la tenga el ministro de Hacienda. Son asuntos del país que se proyectan a través de los tiempos y que indicarán la estatura que deseamos tener frente al mundo. El símbolo Antártica es la clave del futuro.