El temperamento define muy tempranamente la personalidad y es algo importante a tener en cuenta cuando se crían niños, pero también cuando como adultos hacemos juicios sobre nosotros mismos. Aceptar que hay rasgos que no elegimos es un paso fundamental de la madurez. Y la sociedad actual se describe, a veces, como propuesta de una cultura donde las cosas están definidas en función del rendimiento y de la realidad. Y considera poco aquello que es la naturaleza de quienes podríamos ser, en función de características que no elegimos, pero con las cuales tendremos que vivir. Hay mucho dolor psíquico en la persona que siente que no nació con las aptitudes necesarias para ser un "ganador". Revisemos algunos temperamentos:
El sensible juguetón : Gozan la comida, les gusta hacer cosas y tomar iniciativas, incursionar, pueden ser temerarios a veces y descuidados, se meten en "líos" con frecuencia. Nunca sienten que cumplieron con las expectativas maternas de la pieza ordenada, del cuaderno impecable. Les interesan demasiadas cosas para invertir tiempo en el orden que sienten repetitivo y aburrido.
El sensible juicioso: Necesitan estabilidad y seguridad. Rutina y certeza. Les gustan las historias familiares, el pasado, la sensación de pertenencia. No se ofuscan de ser corregidos, si pueden aprender una rutina útil que les permita la mínima improvisación. Aprenden rápido cuando son corregidos.
El intuitivo de pensamiento: Sufren porque sienten que son los únicos en el mundo que viven y comprenden la vida como ellos. Son curiosos, pero intolerantes ante la crítica, que los inseguriza mucho. Odian el fracaso y buscan el éxito con mucho compromiso afectivo.
El intuitivo sensible: Son precoces, encantadores, hipersensibles en lo emocional, soñadores que quieren realizar sus sueños, imaginativos y empáticos.
Podríamos seguir y nunca lograr que una tipología nos identifique del todo a todos. Está bien que la ciencia intente describir cómo funciona el mundo y los seres que lo habitan, el problema es que no integremos el misterio. Porque entonces solo hemos reducido lo que es infinito.