Sin ser dramaturgia de fuste, la comedia romántica "Lección de baile" brinda un momento teatral dotado de una irresistible habilidad de despertar empatía hacia su pareja de solitarios y emocionalmente disfuncionales. En especial, su protagonista, un docente universitario de geociencia de brillante currículo, pese al severo síndrome de Asperger que ha condicionado toda su vida.
Es el mayor logro del Opus 9 de Mark St. Germain, que con su laborioso ingenio logró instalarse como el autor de Estados Unidos más montado hoy en su país. La obra coincide en nuestra cartelera con otra pieza suya en que se personifica a Albert Einstein, "Relatividad". Distinta a todo lo anterior, en esta no repite su fórmula de retratar en escena a celebridades, confrontando, por ejemplo, a Freud con C. S. Lewis, Henry Ford y Edison, o Scott Fitzgerald y Hemingway. Aquí acierta concentrándose en la descripción acuciosamente investigada del trastorno neuronal que provoca esa forma de autismo.
La intriga, algo forzada, es simple pero funciona. Greg en los próximos días recibirá una distinción en una cena con baile, y recurre a una vecina, una bailarina a quien no conoce, pues necesita urgente una clase que le pagará muy bien. Pero el mayor problema del singular profesor no es su conducta excéntrica ni que no sabe bailar, sino que rechaza todo contacto físico de extraños. Ella, también una mujer dañada, se niega a aceptar que la lesión en su rodilla terminó con su carrera. La historia, cuyo avance se puede adivinar desde el primer minuto, contiene los insertos didácticos que gustan tanto a St. Germain, en este caso, sobre el asperger, y hacia el final deriva hacia tonos almibarados; pero el grueso del relato se despliega con diálogos muy agudos y disfrutables.
Esta es la cuarta incursión como directora de la actriz Aranzazú Yankovic, a razón de una obra al año, tratando el mismo tema de su discreto debut en esa función con "El curioso incidente del perro a medianoche", sobre un chico asperger. El talento y certero instinto teatral de Cristián Campos hacen aflorar lo que ya hacía prever el texto: él se convierte en eje absoluto de la jornada encarnando a Greg como un adorable hombre-niño tan vulnerable que despierta ternura. Es otro gran logro del actor este mismo año tras su protagónico en "Todos eran mis hijos".
En el desempeño de María José Prieto se hace notar que no subía a un escenario hacía mucho. Sus recursos de proyección y de composición de personaje lucen insuficientes, en tanto la dirección tampoco la ayudó a sacar más matices de su Brenda, que parece estar ahí solo como contraparte de Greg. Por lo demás, puede que podar el texto de sus excesos de charla científica sobre autismo y colapso planetario haya sido una buena idea. Pero la entrega reducida a solo una hora de duración, 30 minutos menos que las versiones estadounidenses, termina de modo harto brusco, dejando la impresión de que el material daba para un desarrollo bastante más rico.
Teatro Mori Vitacura. Viernes y sábado a las 20:30 horas. Hasta el 25 de noviembre.