Qué tan grave dirían ustedes que es la trifulca del Frente Amplio. Una posibilidad es que sea la típica crisis de crecimiento, que -como la inmadurez- se resolverá con el paso del tiempo. Y otra es que estemos entrando al fin de ese conglomerado.
Yo me inclino por la segunda opción. Lo que pasa es que esto es como cuando un grupo de personas quiere llegar a la cima de un cerro. En la subida todos entienden que para alcanzar el objetivo lo mejor es unirse y trabajar en equipo. Se dan las manos unos con otros, se convidan agua, bromean. Critican a los que intentan subir la montaña por otras rutas; los desprecian un poco. O suponen que sus razones para escalar son espurias.
En la ruta piensan que sus diferencias los fortalecen. El grupo se nutre con la sabiduría de los mayores, con la creatividad de la mujer que hace y dice cosas raras, con el arrojo de los jovencitos. Y así, llegan a la punta del cerro. Y son felices.
Pero al poco tiempo empiezan a pasar cosas. Se dan cuenta de que son distintos. Descubren que no se caen bien. Se aburren de las muletillas de los otros. Se critican sus vestimentas: "Te ves ridículo con esa pinta"; "podrías lavar esos jeans alguna vez", "¿no son demasiado caros esos anteojos?". Cosas así.
Pero igual, la punta del cerro es un agrado. Hay abundancia material, no hay jefes, no es necesario madrugar, siempre sale un buen carrete. Si no fuera porque muchos de los compañeros de ruta estorban un poco. Y para peor, de seguro querrán subir el siguiente cerro; que es mejor que este, pero tiene una cima más pequeña. Cabemos menos.
Y así, de pronto se dan cuenta de que esto no un cerro sino un bar. El bar de la Guerra de las Galaxias. Y lo digo no solo porque varios de los que están ahí son bastante exóticos, sino más bien porque en la cantina no está regulado el uso de armas y es normal que los clientes se disparen entre sí e intenten eliminarse. La razón: son demasiado distintos.
En serio. En el Frente Amplio conviven chavistas con demócratas, conservadores con liberales, sandinistas con grupos a favor de los DD.HH., bien portados con libertinos, simbólicos con sintéticos, cuicos con flaites, Evos con Adanes, zorrones con proletas, peatones con bólidos, pelados con pelucones, patriotas con antipatriotas, feos con tincudos, vivos con mosquitas muertas, hijitos de su papá con hijitos de su mamá, apocalípticos con integrados, abstemios con alcohólicos, colocolinos con chunchos, locos con cuerdos, violentos con pacifistas, claveles con clavos, corruptos con probos, vírgenes con... mmm, no sé si hay vírgenes. Pero ustedes entienden.
Bueno, en cualquier grupo humano más o menos masivo uno puede encontrar de todo. Y por eso uno se pone normas de convivencia para no terminar acogotándose mutuamente. Pero como en el Frente Amplio no manda nadie y hay licencia para matar... ahí tienen.
No descarto que el Frente Amplio sea recordado como el Frente Breve (FB). Al menos la sigla tiene onda, es como Facebook. Peor sería que algún malvado los bautizara como el FDA (Frente Demasiado Amplio). A los castristas del grupo les cargaría. Los agringados estarían chochos.