La realidad futbolística de siempre nos indica que cualquier equipo brasileño grande es favorito ante todos sus rivales sudamericanos, salvo Boca Juniors y River Plate. En un buen momento, los argentinos Independiente, San Lorenzo y Estudiantes de La Plata pueden equilibrar el duelo o la llave.
Por eso, lo de Colo Colo y su clasificación ante Corinthians es tan relevante. No es que el medio futbolístico local diera a los albos como eliminados antes de jugar. Siempre existe un espacio para la sorpresa o el equilibrio, sobre todo en este deporte, cuya magia es que alguna vez el inferior puede quebrantar la lógica.
Palmeiras es el rival del Cacique en los cuartos de final de la Copa Libertadores. El panorama no varía. El cuadro del experimentado Luiz Felipe Scolari, por presupuesto y plantel, dispone de las mayores opciones. Pero las últimas ediciones coperas, con el ejemplo aún fresco del modesto Independiente del Valle de Ecuador, generan una saludable ilusión.
La Copa Libertadores tiene un lenguaje único, en especial cuando llega el momento del ida y vuelta. Puedes no brillar, generar pocas situaciones de riesgo. Sin embargo, si eres capaz de ofrecer seguridad defensiva y luchar en todos los sectores del campo, estás en condiciones de aspirar a cumplir el objetivo.
Racing de Avellaneda resalta a la vista. Por actitud, intensidad y valoración técnica, la escuadra de Eduardo Coudet presagiaba la posibilidad de instalarse en las fases decisivas de esta versión de la Copa. River Plate, con la misma receta que sufrió en otros momentos de galanura, lo eliminó con un rotundo 3-0.
La experiencia nos muestra que la fase de grupos de la Libertadores es de enorme complejidad, porque en una ronda de seis partidos el peso de los planteles se siente. Colo Colo, a diferencia de otros momentos, con esta base de jugadores, encontró una fase de grupos muy asequible. Los cuestionamientos, justos y adecuados, ocurrieron porque dejaba pasar la oportunidad de acceder a los octavos de final con una pobre expresión ante adversarios inferiores.
Con la tarea cumplida en Medellín ante Atlético Nacional, el camino ofreció otro rumbo. Héctor Tapia lo entendió. Es cierto que el plantel popular es veterano, pero desde el arco hasta la mitad de la cancha esa variable decrece por la presencia de Matías Zaldivia, Óscar Opazo, Claudio Baeza, Carlos Carmona y Damián Pérez, más el arquero Agustín Orión, en un puesto donde la edad no es problema.
Colo Colo no debe modificar el libreto. La estantería está bien cubierta con el golero trasandino y los zagueros Zaldivia, Julio Barroso y Juan Manuel Insaurralde. Ellos juegan la Copa con las particularidades de esta competencia, pero además son capaces de contagiar su pragmatismo y dureza a sus compañeros de los costados y la mitad del campo. El reglamento muestra que en la medida en que se mantenga la valla en cero, las expectativas de avanzar están presentes.
Mientras perseveren en la idea, las ambiciones en Pedrero no pueden considerarse desmedidas en un conjunto que dispone de la categoría de Jorge Valdivia. El "Mago" hizo un partido brillante ante Corinthians y el mensaje es claro. Si el 10 está enchufado, Colo Colo no es menos que nadie.