Ante el mes de septiembre que hoy empieza, vengo a advertir lo siguiente.
El contexto son los avances de la medicina en todos los frentes y desde hace décadas.
Este progreso está en la raíz del caso chileno.
Generaciones que en otra época ya estarían bajo tierra, entre maderas o bien reducidas a cenizas, siguen manejando autos, dando la pauta y mandándose las partes.
Son generaciones resistentes y repletas de cuentistas y cuenteros que colocan su propia experiencia en el centro de la historia.
Este poderoso influjo, en el mes que hoy se inicia, alcanza su máximo eco y esplendor.
Es evidente que nadie hace cálculos: entre 1973 y 2018 ha pasado tanto tiempo como entre 1928 y 1973.
Este es otro país en otro mundo, con generaciones que merecen vivir su época y fabricar sus propios lastres y culpas, pero no pueden vivir conjugando verbos pretéritos y pecados ajenos. He dicho.
Estas generaciones cascadas y desfallecientes en vez de últimos suspiros, lanzan renovados discursos que nunca son el último. Es la medicina, estúpido. Ay, Dios mío.
Legiones de veteranos de ambos frentes han logrado traspasar su deshilachado pensamiento -también taras, miedos, prejuicios y complejos- a los más cercanos y próximos, que ya piensan como ellos, mejor dicho: se atrincheran como ellos. Son fantasmas que dicen que todo tiempo pasado fue mejor, y realmente no saben de lo que están hablando.
Generaciones descascaradas que aún no se bajan del barco ni sueltan el timón ni ceden la brújula.
Generaciones añosas y lateras que persisten en su protagonismo, y el riesgo político, es evidente, consiste en reproducir su pasado, historia y mal.
Si seguimos a Sigmund Freud, en ese caso, el sicoanalista austríaco diría que a lo mejor eso es lo que quieren. Inconscientemente, por supuesto.
Así que no es bueno ni justo ni sabio, transmitir la experiencia personal -pequeña, limitada, escasa- como algo que merece ser escuchado porque es piedra filosofal y fuente del conocimiento.
Ejemplos al pasar:
A. No comiste chancho chino, ni fumaste Monza y no hiciste ninguna cola para comprar pollo. Así que no sabís de lo que estái hablando.
B. No viste los linchacos, las tomas, el poder popular y el odio en cada esquina, así que tampoco sabís.
C. Y tú no supiste de cómo acapararon, de los dólares a los camioneros y del odio en cada esquina, así que menos sabís.
Con el respeto y cariño que cada situación merece, acá van dos crudas alternativas de respuesta.
A. A ver, abra la boquita, sí, sí, fue Golpe de Estado, claro, ya sé, me lo ha dicho cien veces: Golpe de Estado. Tome una cucharadita más. Está rica la papilla, pero que no se le chorree.
B. No se ponga pesadito, abra la boquita, sí, sí, fue Pronunciamiento Militar, ya lo sé, ya lo aprendí: Pronunciamiento Militar. Una cucharadita nomás. En la tarde le cambio los pañales.
Este "Aviso de Utilidad Pública", que fue escrito bajo el irresistible amor a la patria, lleva las siguientes firmas:
Liberty Valance, y nadie más.