El senador John McCain -que será enterrado mañana- merece los mayores homenajes, fuera y dentro de los Estados Unidos. Hasta Vietnam, donde fue prisionero por cinco años, le rindió tributo por servir a la reconciliación. Desde Chile, cabe reconocerlo como modelo y porque creyó en nuestro país, más que muchos de nosotros.
La valentía fue la virtud sobresaliente de McCain. Su valentía física la demostró en el combate. Luego, superando graves secuelas vitalicias de su presidio. No aceptó hacer valer ser hijo del almirante de la flota que combatía en Vietnam para ser liberado antes que otros prisioneros. Finalmente, mostró su resistencia ante el cáncer cerebral. Diagnosticado fatalmente, concurrió con su voto decisivo en contra de un proyecto de su partido, impulsado por Trump. A su juicio no había sido suficientemente debatido. Cuando enmudeció, escribió su despedida promoviendo evitar las luchas tribales y servir el superior interés nacional.
Su coraje moral e intelectual era tan valioso como el físico. Lo demostró durante 34 años de parlamentario, varias veces reelegido senador, candidato a la presidencia en dos ocasiones. Derrotado en las primarias por George W. Bush y en la elección presidencial por Obama.
Conservador en sus principios, en la promoción de las libertades económicas y sociales, en la responsabilidad fiscal y en limitar la intervención del Estado, no vacilaba en buscar alianzas con sus adversarios demócratas en materias complejas, como el financiamiento de la política, la inmigración y el cambio climático.
Cuando se impugnó a Obama por sus ancestros musulmanes, reaccionó enérgicamente en contra. Pudo ser indiferente: los demócratas pretendieron anular su candidatura por haber nacido en Panamá. Sabían que fue en la zona del Canal, entonces norteamericano.
McCain conoció bien a Chile. Cuando nos reunimos para invitarlo impactaba su humildad. Era un héroe reconocido, un sobreviviente, un soldado hasta los huesos y el senador más famoso de sus tiempos. No hacía sentir sus atributos y heridas.
Nos visitó durante el gobierno militar, cuando se dudaba del compromiso constitucional de retornar a la democracia. Fue al sur por varios días, atendido gentilmente por Marco Cariola, otro senador notable que prestigió la política. Regresó de paso en democracia. Tuvo confianza en nuestro país y sus gobernantes.
Trump despreciaba al senador McCain. Objetó su heroísmo por haber sido capturado. En verdad, lo que le molestaba era la valentía de McCain para anteponer los intereses de su país como un principio y no como consigna electoral: una lección para políticos que prefieren el partidismo y el cálculo electoral.