El violinista Bastián Loewe y el pianista Danor Quinteros se presentaron el miércoles en el auditorio de la Fundación Cultural de Providencia, con un programa que incluyó el "Tema con variaciones", de Olivier Messiaen, y la Sonata de César Franck.
Ambos jóvenes instrumentistas representan con brillo a la nueva generación de músicos nacionales, que han logrado insertarse sólidamente en el circuito internacional a través de sus estudios de perfeccionamiento y de su participación en importantes concursos, que han culminado en la obtención de merecidos galardones.
El "Tema con variaciones" es una obra de juventud del genial compositor francés. Fue compuesta a los 24 años (1932) y aunque Messiaen aun no había sistematizado los recursos de su lenguaje distintivo, particularmente en la quinta variación ya profetiza los sublimes soliloquios del clarinete, el violín y el chelo, presentes en su magna obra compuesta 9 años más tarde: "El cuarteto para el fin de los tiempos". En esa variación, con sorprendente austeridad rítmica (casi puras blancas y negras), el autor concibe una melodía apacible, sin zozobras, sustentada en estáticas y coloridas armonías, fiel representación de una poética mística y trascendente que será uno de los sellos en su producción posterior. Al igual que Bach en el ámbito de su fe luterana, las obras de Messiaen, a partir de su fe católica, siempre manifiestan la condición de ofrenda aunque no lleven títulos religiosos. La versión fue magnífica. Desde la primera nota, ambos músicos demostraron profunda comprensión de la partitura y realizaron una entrega ejemplar.
Igualmente, la interpretación de la Sonata de Franck fue notable. Al fraseo altamente expresivo, la refinada dinámica e impecable afinación de Loewe, se unió el piano de Quinteros, con hermoso sonido y transitando, imperturbable, por los tumultuosos pasajes (a veces, ampulosos, pero siempre eficaces) de una exigente escritura pianística que va mucho más allá de un mero "acompañamiento". Dulzura mórbida en el primer movimiento, personalidad arrebatadora en el segundo, libertad y flexibilidad en el recitativo, ternura de la melodía de imitación canónica y arrebato en el final. Todo estuvo allí.
Dada la calidad y evidente complicidad entre los dos intérpretes, sería deseable que se afianzaran como dúo estable. El programa fue breve y aunque "lo bueno, si breve, dos veces bueno", nos quedamos con las ganas de escuchar más. Será para la otra.