"Vagando por las calles / Mirando la gente pasar / El extraño del pelo largo / Sin preocupaciones va" dice parte de la letra del pegajoso hit que impuso a fines de los 60 el grupo La Joven Guardia (reversionado por Los Enanitos Verdes) y que baila a buen ritmo, en lo que se ve como una linda postal, el protagonista de "El Ángel", al comienzo y al cierre de la película.
Carlitos (Lorenzo Ferro), 17 años, camina como en la canción por las calles de Buenos Aires, con sus rizos rubios, su rostro de modelo de marca exclusiva y mirada de chico adorable. Es 1971, él vive con sus padres (Luis Gnecco y Cecilia Roth) en un barrio de clase media, tiene una novia y estudia en un colegio industrial tras tener algunos problemas en otra escuela. Paseando con las manos en los bolsillos mira el jardín de una casa bonita, se asoma, salta la pandereta y entra. Roba algunas cosas, toma un whisky, se va.
En estas primeras imágenes, el director Luis Ortega (1980, "Historia de un clan", "El Marginal") define a su personaje: consciente de su encanto, inconsciente del peligro, relajadamente obediente a sus instintos y ocurrencias imprevistas.
En el taller en el instituto, en un acto entre infantil y burlón, Carlitos acerca el soplete al cuello de Ramón (Chino Darín), un compañero barriobajero que no reacciona con más violencia porque, al igual que el espectador, lo mira entre desconcertado e incrédulo. Ese es el poder de Carlitos, de ahí nace su audacia y su temeridad: nadie más que él ignora con tanto desparpajo lo que provoca; actúa sin premeditación y no mide consecuencias. Incluso logra descolocar a los policías, cuando se topa con ellos, tipos rudos que no están precisamente preocupados de los derechos humanos.
Básicamente, Carlitos hace lo que le divierte. Para sus padres -a quienes les miente con encanto y naturalidad- es inasible.
Por todo ello encaja bien en la familia de Ramón: el padre, un delincuente de poca monta; la madre (Mercedes Morán), una mujer ambigua, que lo mira sensual.
"El Ángel" -estrenada en el Festival de Cannes- se inspira en la vida de Carlos Robledo Puch, un asesino serial que aún cumple su pena de reclusión perpetua. Entre otros delitos, se le encontró culpable de 12 homicidios.
Pero Ortega no quiso hacer con este filme una biopic o un docudrama, de esos que al final de la proyección muestran a los verdaderos personajes y relatan lo que ocurrió con ellos. Su versión, liberada del detalle verídico, instala, en lugar de ello, una pregunta inquietante, mientras su personaje avanza de lleno hacia la violencia, la amoralidad y la destrucción de cualquier límite.
Incapaz de sentir empatía -ni menos compasión-, es astuto, pero desconoce la mínima cautela y no planifica. Solo avanza siguiendo sus erráticos instintos, como un niño pequeño en una plaza de juegos.
Este chico lindo y sin escrúpulos parece un buen aliado para la familia de Ramón, con quien termina conformando una banda improvisada, a la que luego se une Miguel (Peter Lanzani). Pero ni ellos alcanzan a prever lo que significa tener a Carlitos de su lado. Aun para estos seres marginados de las estructuras sociales, en las que los padres de Carlitos sí se empeñan en encajar, el chico es demasiado anárquico. Él no se guía por ninguna regla ni norma, aquello que ha de tener cualquier grupo que pretenda funcionar como tal.
Ortega (hijo de Palito) acierta no solo en una atractiva y precisa dirección de arte y en el lirismo permanente con que juega en su mezcla de sexo, violencia e ingenuidad que atraviesa este relato de horror. Al distanciarse de la historia real, lanza al espectador preguntas sin responder, en un relato donde también caben la belleza (no solo referida a la rotunda beldad física de su protagonista), el dolor, la ternura y la emotividad.
Pero prácticamente todo lo que desfila ante nuestros ojos -apenas un año de esa vida- proviene de la inescrutable mente del protagonista, ¿un psicópata?
De fondo, hacia el final, escuchamos en la TV los análisis de "especialistas", y nos suenan tan burdos que parecen una advertencia: piense antes de concluir porque todo es siempre más complejo de lo que parece.
Muy interesante y seductora.
(En cartelera desde el jueves 30).