Bongwan (Kwon Hae-hyo), propietario de una pequeña editorial en Seúl, se levanta un día demasiado temprano para ir a su trabajo. Mientras desayuna, su esposa, Haejoo (Cho Yun-hee), observa esta pequeña anomalía, nota otros cambios en su apariencia y luego le pregunta, con tono de emplazamiento, si está viendo a otra mujer. El hombre despliega toda su arboladura de gestos menores, pero nunca responde. Esta breve secuencia inicial deja en claro una cosa: el matrimonio está en quiebra.
En cuanto sale de casa, Bongwan empieza a recordar su aventura con la joven Changsook (Kim Sae-byeok), la única empleada de su editorial, que lo dejó hace un mes, después de sentir que ya no tenía futuro en esa relación. Cuando llega a su oficina, Bongwan se encuentra con otra joven, Areum (Kim Min-hee), que será su nueva empleada, y la enfrenta a una conversación sumamente amable, aunque un poco demasiado inquisitiva. Entretanto, la esposa ha encontrado un poema de amor en las cosas de Bongwan, y llega a la oficina para abofetear por error a la inocente Areum.
Eso ocurre poco antes de los 40 minutos, y todo lo que sigue es su derivación, pausada, reflexiva, sugerente. Todo ocurre en el mismo día, excepto una escena final que confirma la castración emocional de Bongwan, su debilidad, su indecisión y, como le dicen las mujeres, su "cobardía".
El director Hong Sang-soo, figura de culto en los festivales europeos, empezó a filmar recién a los 36, pero en 22 años ya lleva 27 títulos, una altísima productividad que hace difícil seguirlo, aunque no reconocerlo. Como el francés Eric Rohmer, sus películas tratan siempre de las pequeñas oscilaciones de los sentimientos y la inteligencia, el modo en que los seres humanos tratan de ser fieles a sí mismos buscando algo así como la felicidad. En su modo de ver, las verdades más trascendentes se hallan en estas contiendas interiores.
En El día después, Hong Sang-Soo extrema sus rasgos de estilo: filma en un pulcro blanco y negro, con largas escenas sin corte, utiliza el zoom para pasar de los planos generales a los primeros planos, sitúa a sus personajes en espacios sin gente (notable idea: una Seúl vacía que se intuye hiperpoblada), reduce la música a un par de momentos de quiebre emocional y se atiene a una férrea disciplina (¿Neo-jansenista? ¿Zen?) del plano limpio, despojado, sin obstáculo alguno.
No hay ninguna duda de que este es un cineasta en serio, autor por donde se le mire, firmemente anclado en sus temas y en sus formas. Pero en El día después, fuera de la afirmación de estilo, hay bastante poco: un protagonista decididamente débil y una cadena de reproches forman más una monserga que una denuncia del ego masculino, algo que han logrado otras cintas con fuerzas más convincentes.
Y esto, sin contar lo fundamental: ¿Es tan interesante el ego masculino?
Geu-HuDirección: Hong Sang-soo.
Con: Kwon Hae-hyo, Kim Min-hee, Kim Sae-byeok, Cho Yun-hee.
92 minutos.