Fatih Akin es el cineasta turco-alemán de mayor vuelo, y acaso el más ambicioso socialmente: como Ken Loach en Inglaterra, parece empeñado en que sus películas ayuden a cambiar el mundo, aunque solo sea un poco. De allí nacen tanto su fuerza polémica como sus inevitables limitaciones estéticas.
En esta película, antes de que transcurran cinco minutos, una bomba destroza al hijo de inmigrantes turcos Nuri Sekerci (Numan Acar) y a su hijo de 6 años, Rocco. La esposa y madre, Katja (Diane Kruger), recibe esta noticia con horror y antes de hundirse en la desesperación, recuerda que esa tarde vio a una mujer blanca que estacionaba una bicicleta nueva en el punto exacto donde se produjo la detonación.
Dado que su marido ha trabajado en un barrio turco de Hamburgo y ha estado convicto por tráfico de drogas, la policía descarta las primeras opciones -un crimen religioso o político- y se concentra en el posible ajuste de cuentas de algunas de las muchas mafias étnicas metidas en el narcotráfico. Pero Katja tiene una firme intuición: ha sido un crimen cometido por los neonazis. Sintiendo que nadie la escucha, Katja se sume en un abismo de angustia y soledad.
Hasta que su abogado le confirma que, en efecto, una pareja neonazi ha sido arrestada por el atentado. La película se estructura, al modo clásico, en tres segmentos. El primero concluye con ese hallazgo. El segundo es el juicio, filmado con una escrupulosa elegancia, con una cámara que se instala y se desplaza en los puntos de mayor tensión del tribunal. Elegancia que también es frígida, porque nada de lo que sucede en esa sala permite un ápice de calor. El tercer segmento es el extenuante desenlace.
Esta no es la película más sólida de Akin. Sus perforaciones son muy evidentes (véase, por ejemplo, el momento en que Katja es informada del hallazgo de los neonazis: ¿Cómo habría continuado esa escena, ya bastante improbable, si la información hubiese sido otra?) y es estridente la voluntad de demonizar sin remisión a los neonazis. El único momento de cierta humanidad queda reservado para un padre que denuncia la ideología hitleriana de su hijo. Hasta los créditos iniciales transpiran esa intención, con esa tipografía gótica que tanto evoca al gusto nazi como a la presentación de Nosferatu, el vampiro.
Y a pesar de eso, es también una película perturbadoramente ambigua, que pone en un mismo eje moral la corrección y la incorrección política, destrozando la sola idea de que tal corrección pueda existir. El último plano, un océano invertido, parece precisamente una invitación a revisarlo todo desde una perspectiva diferente.
Aus dem nichtsDirección: Fatih Akin
Con: Diane Kruger, Denis Moschitto, Hanna Hilsdorf, Ulrich Brandhoff, Samia Muriel Chancrin, Numan Acar, Rafael Santana.
106 minutos.