Los personajes minusválidos nunca han quedado fuera de la literatura: Homero y Tiresias la acompañan desde sus orígenes. Pero una cosa es representar desde afuera a personajes discapacitados y otra muy distinta contemplar el mundo desde su interior. José Petermann (1951) es un profesor de Castellano que ha ejercido la docencia en diversas instituciones de enseñanza secundaria y universitaria. Después de más de 40 años de magisterio, publica su primera novela,
Páginas selectas del diario de Denisse. Es un relato puesto en boca de alguien que habla en primera persona, técnica que se utiliza frecuentemente para dar mayor carga emocional al enunciado o para ofrecer puntos de vista diferentes a los que asumiría un narrador ubicado fuera de la historia. Pero la narradora de esta novela es Denisse, una mujer joven de 35 años condenada a la inmovilidad física y al silencio absolutos. Sus únicos movimientos son esporádicas contracciones musculares, convulsiones y esfuerzos de sonrisas. Su voz es la "perfecta imitación de una puerta herrumbrosa" y solo emite alaridos. Ganar la credulidad del lector es, pues, el desafío que aceptó José Petermann cuando decidió escribir esta novela.
Denisse está rodeada por un espacio de carácter reducido e íntimo que el lector percibe fácilmente como una circularidad. La madre, el tío José, algunos familiares y amigos o sus cuidadoras, entran y salen formando el entorno humano que gravita en torno a la figura de Denisse, eje y motor del círculo. "Estoy en mi cómoda cama y tengo la dicha de rodearme de mucha gente que me quiere". Así como el espíritu de Denisse desconoce la acrimonia, el rencor o la desesperación, las relaciones de egoísmo, indiferencia o amargura no existen entre el eje y su espacio circundante. A pesar de que Denisse suele soñar con lo que pudiera haber sido si no fuera por su condición física, el optimismo y el gozo de vivir la acompañan en cada momento de sus días y alimentan la generosidad de su corazón: "¡Me gustaría que todo el mundo fuera feliz, así como lo soy yo, mamá!". La maldad y la tristeza están ausentes en el mundo creado por José Petermann.
No se trata, sin embargo, de un mundo atemporal girando sobre sí mismo: sus escasas peripecias se suceden de acuerdo a una singular cronología que une el despertar de la fe en Dios con los beneficios de la medicina. La condición de Denisse le produce una aguda estitiquez que, además de provocarle desagradables efectos secundarios, aumenta a medida que transcurre el relato hasta alcanzar una peligrosa crisis. Denisse es internada en el servicio de urgencias del Hospital Clínico de la Universidad Católica, donde se la somete a una cirugía que le dará un vuelco a su existencia minusválida y la transforma en otra, como ella misma reconoce. Paralelamente, cuando comienza el relato nos enteramos de las dudas de Denisse acerca de la existencia de un dios bondadoso (lo que no le causa ninguna amargura). Más bien tiende a creer que Dios es una necesidad inventada por los seres humanos para solucionar problemas insuperables. Pero al experimentar los beneficios físicos que le ha provocado la cirugía, afirma que esta ha sido "la catapulta que me acerca al cielo" y consecuentemente cierra su discurso proclamando alborozada: "¡Creo que existe Dios!".
Páginas selectas del diario de Denisse es un relato sencillo y edulcorado que cumple un indudable propósito edificante y despierta la simpatía del lector: muestra que la generosidad del amor derrota a cualquier infortunio. Excelente lectura para adolescentes que se educan en el egoísmo de un mundo materialista y materializado.