El Presidente autoritario Daniel Ortega, acusado por grupos de derechos humanos de ser el responsable de los asesinatos de más de 300 manifestantes antigubernamentales en los últimos tres meses en Nicaragua, dijo en una entrevista este fin de semana que quiere "fortalecer" la comisión de diálogo del país incorporando a organizaciones internacionales, en un esfuerzo por terminar con el derramamiento de sangre en el país.
Ortega dijo que está hablando con el secretario general de Naciones Unidas y con la Unión Europea para ampliar la actual comisión de mediación, presidida por la Conferencia Episcopal de Nicaragua.
La Conferencia Episcopal, presidida por el cardenal Leopoldo Brenes -quien ha criticado duramente la represión del régimen de Ortega contra los manifestantes- aún formaría parte de la nueva comisión de mediación, dijo Ortega.
"Hemos estado en contacto con el secretario general de Naciones Unidas y con diferentes organismos internacionales, y lógicamente con el cardenal Brenes", dijo Ortega en Managua. "Vamos a buscar cómo crear las condiciones para fortalecer la comisión de diálogo".
Lo más probable es que la propuesta de Ortega sea una nueva táctica para ganar tiempo y debilitar el papel de los obispos en las negociaciones.
Pero por otro lado, una potencial inclusión de Naciones Unidas, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos (OEA) también podría ejercer una mayor presión internacional sobre Ortega para permitir elecciones anticipadas con un tribunal electoral independiente y observadores internacionales creíbles.
Ortega, que permanece en el poder desde 2007, fue reelecto por última vez en unas dudosas elecciones en 2016. Al igual que en Venezuela, permite algunos medios independientes con audiencias limitadas y partidos políticos más pequeños, pero solo mientras no amenacen su poder.
La entrevista tuvo lugar en la residencia de Ortega el sábado por la mañana y se transmitiría en CNN anoche. Su propuesta para ampliar la comisión de diálogo la hizo en comentarios separados para el Nuevo Herald.
Mientras hablábamos, me preguntaba por qué Ortega estaba dando una entrevista televisada a un periodista que se ha referido a él en varias ocasiones como un virtual dictador.
A juzgar por los puntos que trató de enfatizar durante nuestra conversación, creo que Ortega quiere convencer al mundo de que Nicaragua está recuperando su normalidad después de meses de violencia política.
Sin embargo, no se nota mucha normalidad en el país. El Hotel Intercontinental, uno de los mejores de Nicaragua, estaba prácticamente vacío.
El viernes por la noche, sus dos restaurantes y varios bares -que en tiempos normales están repletos los fines de semana- parecían parte de un pueblo fantasma.
Un taxista dijo que solo tuvo un pasajero después de cinco horas de trabajo.
Los vuelos hacia y desde Nicaragua estaban casi vacíos, a pesar del hecho de que varias aerolíneas han reducido su número de vuelos diarios desde el comienzo de la crisis. Y mientras Ortega estaba en la entrevista, miles de manifestantes de la oposición y oponentes progubernamentales marchaban por las calles.
Ortega probablemente también quería aprovechar la ocasión para tratar de rebatir el número de víctimas citadas por las organizaciones de derechos humanos.
La Comisión de Derechos Humanos de la OEA ya ha documentado casi 300 muertes, y la Asociación Pro Derechos Humanos de Nicaragua calcula 440 muertos y miles de heridos.
El presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, Paulo Abrão, dijo recientemente que más del 90% de las personas asesinadas en la violencia de Nicaragua murieron a manos de las fuerzas paramilitares respaldadas por la policía de Ortega. Cuando se le preguntó al respecto, Ortega respondió: "(Abrão) Es un mentiroso".
Ortega alegó que el número de muertos es de solo 195, y afirmó que los grupos de derechos humanos están contabilizando únicamente denuncias de muertes, sin corroborarlas.
Abrão dice que los nombres de 212 de los muertos fueron suministrados por el propio gobierno de Ortega, hasta que dejó de compartir datos sobre las personas fallecidas con los grupos de derechos humanos a mediados de junio.
"Ahora están reduciendo su propia lista de muertes en las confrontaciones", dijo Abrão el domingo.
Ortega también dijo que los paramilitares encapuchados que han estado disparando contra los manifestantes son "terroristas" de la oposición. Cuando vio imágenes de hombres encapuchados con rifles AK-47 ondeando banderas del partido gobernante, Ortega dijo que probablemente eran fotos falsas, o agentes de la policía que se defendían de presuntos ataques de la oposición.
¿Tiene futuro la nueva propuesta de Ortega de expandir la comisión de diálogo? A menos que Ortega acepte elecciones anticipadas como parte de las negociaciones, lo dudo mucho.
Esta no es una crisis política cualquiera. Para poner las cosas en perspectiva, Nicaragua ha tenido el doble de muertos en los últimos tres meses comparados con los enfrentamientos de la Franja de Gaza durante el mismo período, o con las sangrientas protestas callejeras de Venezuela en todo el año pasado. Y Nicaragua tiene apenas 6 millones de habitantes.
Con la economía casi paralizada y una buena parte de la población enfurecida por la represión gubernamental, Ortega tendrá que dar pasos creíbles para la restauración de la democracia. De lo contrario, la economía de Nicaragua seguirá cayendo, habrá más descontento y más violencia.