Horacio Quiroga, el escritor uruguayo de fines del siglo XIX y comienzos del XX, escribió que "un cuento es una novela depurada de ripios". Aunque esta definición no es una verdad absoluta, según escribía también el mismo Quiroga, puede aplicarse con éxito a los ocho relatos incluidos en el libro de Tony Riveros (Valparaíso, 1980)
Alcohol en la sangre . Todos ofrecen las tramas complejas de la novela, con sus vericuetos, sugerencias, cambios de fortuna y movimientos en el espacio. Pero en los cuentos de
Alcohol en la sangre tales historias aparecen comprimidas, amarradas con firmeza sus componentes esenciales, articuladas con precisión. El lector no encontrará relatos de cortas dimensiones girando asimismo en torno a episodios igualmente breves, a veces de volumen insignificante y, por qué no decirlo, también intrascendentes. No son relatos minimalistas. Los cuentos de Tony Riveros ocupan muchas páginas porque numerosas peripecias se suceden subordinadas al motivo central de cada uno. Son relatos contundentes de contenido y de lenguaje. Podemos llamarlos cuentos tradicionales, en el buen sentido de la palabra, tanto por lo que ya he escrito como por la manera clásica de conducir las historias hacia un desenlace inesperado que cercena las expectativas que han surgido durante la lectura.
Tal como señala el título del libro, el tema de los ocho cuentos es el alcohol, pero materializado en cada uno con diferentes y en general bien delineados perfiles. La expiación de una culpa aparece como el motivo central de cuatro relatos. En "Vino con odio", dos campesinos pertenecientes a una misma familia llegan a la ciudad en busca de mejores horizontes económicos. La traición de uno de ellos transformará al otro en un despojo humano destruido por el alcoholismo, pero de alguna manera la culpa se paga tarde o temprano. "Juan Daniel" presenta la historia de un policía alcohólico que deberá pagar durante largos años un momento de cobardía que costó la vida de un compañero. En "La banda está borracha", el alcoholismo de un miembro del grupo porteño Los Rockaña favorece también la traición cometida por el narrador del relato. El alcohol, en este caso el pisco, se convierte en el escenario de "La linterna", en cuya historia tienen lugar dos traiciones de diferente cuño. Digamos, eso sí, que este relato posee estructura más débil que los demás debido a que su desenlace es previsible. Asimismo, se puede considerar también que la forma de "Mercalli" exhibe inestabilidad. Su discurso materializa exitosamente la técnica narrativa expuesta en sus primeros párrafos y el desarrollo de su historia abre variadas e interesantes expectativas, pero el desenlace del cuento deja la impronta de que el autor no supo cómo cerrar los hilos sueltos. La revelación de verdades que se han mantenido ocultas durante mucho tiempo se produce como consecuencia de la fiesta de desenfrenado alcoholismo juvenil que se describe en "Playa seca". Por su parte, "Japines" conduce nuestra atención a los tragicómicos resultados que puede tener una borrachera. Quiero cerrar esta breve reseña con el cuento "Cultura etílica". Lo he dejado para el final porque considero que es uno de los mejores cuentos que he leído en estos últimos años: mientras beben vino, tres amigos de bastante edad llevan a cabo una animada competencia de conocimientos enciclopédicos. Es simplemente admirable la pericia con que el narrador construye una realidad que nos engaña completamente, aun a pesar de que indicios desparramados en el texto sugieren que las cosas no siempre son lo que parecen. El resultado es un cuento que deslumbra al lector con personajes y situaciones de difícil olvido.
Si a la lograda arquitectura narrativa de estos cuentos sumamos el ingenio, la soltura, la riqueza lingüística y la movilidad del estilo,
Alcohol en la sangre es, sin duda, uno de los mejores libros publicados en lo que va de este año.