Algunos líderes del Frente Amplio, no todos, andan como almas con pena.
Los paracaidistas experimentados -Florcita Alarcón, Pamela Jiles y Tomás Hirsch- asumieron que el camino es lento y burocrático. Si las cosas se dan de seguro van a la reelección y la batalla política será sucia o limpia, pero es parte de su naturaleza y algo irrelevante. Lo esencial es lo otro: es larga. Y los que saben añaden: larga e interminable.
Que lo digan tantos diputados del PS, RN o el PPD, de la UDI o la DC.
Duros de pelar, tantas veces abatidos y siempre con la fe del resucitado.
Hay emblemas irrompibles como René Alinco y Jaime Mulet, ahora estandartes independiente y regionalista que le dan tres patadas a la angustia existencial de la política.
Un diputado del Frente Amplio, Miguel Crispi, confesó que su carrera parlamentaria la desea corta e intensa y eso, querido Miguelito, no existe. Añadió que en el futuro se ve cultivando papas en Chiloé. Lo mejor es que memorice la oda al tubérculo de quien ya sabemos.
Cerca de las guitarras,
silenciosa,
harina de la noche
subterránea,
tesoro interminable
de los pueblos.
Y ahora ándate a plantar papas.
El diputado Giorgio Jackson, hace un tiempo, anunció que no va a la reelección y las alternativas son estudiar, dar clases y no seguir postergando a la familia.
¿Eso sería? ¿Saltar de la trinchera y esquivar la refriega? ¿Desde cuándo es una cosa o la otra: familia o política?
Entonces se trata de un doctorado y cierta carga académica, con tiempo para mudar guaguas, corregir pruebas y enseñarle algo nuevo a la juventud, a ese divino tesoro.
Le recomiendo del argentino Rodolfo Kuhn, la película Los jóvenes viejos (1963).v
Es en blanco y negro, y no tiene efectos especiales. Igual se aburre.
Prosigo con diputados como Gonzalo Winter y Rodrigo Echecopar, que vagan entre frases sin salida.
El primero dice que al Frente Amplio le falta profundidad y el segundo se queja porque se miran el ombligo.
Digamos que se miran el ombligo (y por eso les falta profundidad).
Digamos que les falta profundidad (porque se miran el ombligo).
Termino con Gabriel Boric que confesó sus sueños y tampoco va a la reelección, y lo del Senado, quizá, a lo mejor, podría ser una alternativa y más bien una posibilidad, pero no está nítido ni menos decidido. Además, falta tiempo, nunca se sabe y ya se verá.
Ante esa indefinición, solo una cosa clara o mejor dicho más o menos clara, en el futuro próximo: convertirse en escritor. Para eso necesita poca presión, desde luego inspiración y separarse de la batahola y empujones de la política demandante y exigente.
Puede ser una novela de ficción, apuesto por la línea evocativa y nostálgica con el título tentativo de "El albergue de los hombres tristes". Quizá poesía o bien algo más a mano, como un librito de entrevistas.
Le recomiendo de Teresa de Ávila, un solo comienzo:
Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.
Gabriel, te lo dice alguien que con esfuerzo y temblores escribe sobre el modesto papel de diario: es más fácil la política.