La crisis de gobernabilidad que vive TVN está lejos de ser solo política. Es sabido que la pantalla del canal entró en un período glacial que se extiende por casi diez años ya. El actual choque entre el presidente del directorio y el director ejecutivo amenaza con repetir la situación de cuando el ex presidente del gobierno corporativo Mikel Uriarte se opuso a que el director ejecutivo, entonces, Mauro Valdés, renovara contrato de acuerdo a condiciones pactadas con la responsable de las teleseries que sostenían el canal (María Eugenia Rencoret). Los efectos de esa decisión -que incluyó la ventilación de sueldos en la prensa- se sienten en pantalla hasta hoy, cuando la lucha de poderes se vuelve a repetir.
TVN enfrenta un proceso que lo puede llevar a la extinción. Ya nadie considera incuestionable la necesidad de una televisora con fines públicos; hasta la propiedad estatal se ha puesto en cuestión. Y el problema, televisivamente hablando, es que no hay contraparte en pantalla para defender la permanencia de la especie. El canal no se ha logrado adaptar al nuevo hábitat de la televisión. Y la dependencia política de un gobierno corporativo anclado en el binominalismo tampoco lo ha hecho mejor.
Entonces, hoy TVN está embarcado en una estrategia de supervivencia propia de un sistema que vive bajo una amenaza fatal: reduciendo, reciclando y reutilizando.
Se nota en cómo ha reducido sus costos, pero de paso su
rating y competitividad. También su influencia social. Ha reutilizado recursos a más no poder: hasta a su director ejecutivo, que fue traído en convenientes condiciones contractuales desde la cesantía después de salir de CHV y Canal 13.
El canal también ha reutilizado programas propios, como "Rojo", pero en vez de hacerlo ecológicamente -adaptándolo, desde el animador, al nuevo hábitat- apenas remozó el formato tratando de repetir el éxito anterior. También lo ha hecho con ajenos, como con el espacio de Carmen Gloria Arroyo, cayendo en el mismo error.
Rostros como Ignacio Gutiérrez, Katherine Salosny o Karen Bejarano han aterrizado en el canal para darse una segunda, tercera o hasta cuarta oportunidad. Si no lo han logrado, más que por responsabilidad propia, es porque una vez más ha fallado la responsabilidad de poner al aire formatos atractivos y diferentes para el que -cada vez menos- mira el televisor.
TVN lleva años reproduciendo fórmulas ajenas o repetidas, porque al no evolucionar, se quedó sin identidad. Hace meses, incluso, no tiene un timonel del área informativa, algo que otrora podría haberse considerado una tremenda irresponsabilidad.
Si TVN correrá la misma suerte de los dinosaurios, es algo que pronto se debe decidir, porque al otro lado de la pantalla todavía hay quienes creemos en valores como la autonomía y la pluralidad. Solo falta que quienes tienen el poder ejecutivo o político decidan actuar o dar un paso al costado si es que creen en ellos por igual.