Partamos por los hechos objetivos. La izquierda y la centroizquierda en todas sus manifestaciones perdieron la elección presidencial y ganaron la elección parlamentaria. Un segundo hecho objetivo es que esa oposición no está unida para enfrentar los desafíos del futuro. De hecho, uno podría distinguir, con dificultad, a lo menos tres oposiciones: la oposición democratacristiana, que con una nueva mesa directiva trabaja en la búsqueda de esa identidad opositora; la oposición del Frente Amplio, que también vive un proceso de coordinación y articulación para también establecer una identidad opositora; y, finalmente, la oposición que constituye hoy lo que fue la lista parlamentaria que se denominó Fuerza de Mayoría y que estuvo integrada por el PPD, el Partido Socialista, el Partido Radical y el Partido Comunista. Esta última opción opositora también vive su proceso de cada uno de sus integrantes en busca de una identidad individual o colectiva para enfrentar a la derecha en el gobierno.
Paradójicamente estas diversas oposiciones obtuvieron un gran triunfo político-administrativo el 11 de marzo de este año, cuando mediante la unidad lograron la conducción de las mesas del Senado y de la Cámara de Diputados y de todas y cada una de las comisiones parlamentarias, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado de la República. Asimismo, aún queda un resabio de la extinta Nueva Mayoría en el Senado, en el cual los parlamentarios del PPD, del PS, de la Democracia Cristiana y el único senador del Frente Amplio han hecho política en común con la salvedad del incidente provocado por la ratificación de la abogada Vivanco como integrante de la Corte Suprema.
Pero estas oposiciones tienen un desafío común en dos años y tres meses más. El último domingo de octubre del 2020, la ciudadanía será llamada a elegir sus alcaldes y alcaldesas; sus concejalas y concejales, y por primera vez, gracias a una reforma del gobierno de Bachelet 2, elegir los futuros gobernadores regionales (actuales intendentes). Dada la correlación de fuerzas que resultó de la última elección parlamentaria la posibilidad de triunfar en la mayoría de las comunas y regiones es la unidad entre la centroizquierda y la izquierda. Tenemos que considerar que la derecha a pesar de sus dificultades es una sola y obtuvo por sí misma el 38% de los votos en la última elección parlamentaria. Las tres oposiciones que he mencionado solo unidas logran la mayoría que hoy día tienen en el Congreso Nacional. Frente a esta disyuntiva han surgido diversas opiniones, desde la más simple que va desde la Democracia Cristiana hasta el Frente Amplio en un acuerdo meramente electoral hasta las más complejas que requieren darle contenido a esa propuesta electoral. Pienso que esto último es posible si todas las fuerzas opositoras constituyen una plataforma programática común, teniendo solo en perspectiva la elección a nivel regional y comunal. Dicha plataforma, que debiera ser muy específica, debiera contener a lo menos los siguientes aspectos: cambio constitucional para que tanto en las futuras elecciones de gobernadores regionales y alcaldes sea nominada como tal la persona que tenga la mayoría absoluta en ambas elecciones, ya sea en primera y/o segunda vuelta. Este aspecto programático fracasó en la negociación para aprobar la elección directa de intendentes porque la derecha estableció un piso de legitimidad, no en la mayoría absoluta sino en un 40%, obviamente midiendo su propia fuerza. Esto también ocurrió el año 2001, cuando me tocó presentar, como subsecretario de Desarrollo Regional del Presidente Ricardo Lagos, el proyecto que separaba la elección de alcaldes y concejales, objetivo logrado a partir del año 2004, pero el mensaje de dicho proyecto de ley también contemplaba la mayoría absoluta del alcalde nominado obtenida en primera o segunda vuelta. No obstante que la derecha se dividió en la elección separada, tuvimos un rechazo unánime de este sector político en relación a la mayoría absoluta.
Otro elemento sustantivo de una eventual plataforma programática para unir a las distintas oposiciones en la elección del 2020 debiera contemplar, a lo menos en el ámbito regional, aumentar las transferencias de atribuciones del poder central al futuro poder regional, así como aumentar su financiamiento por las vías de la creación de las rentas regionales. En el ámbito municipal es fundamental plantear el aumento significativo de los recursos municipales por la vía del incremento de fondo común municipal, y en lo inmediato, en este sentido, garantizar por ley el aporte anual del Estado a este fondo que constituya a lo menos dicho aporte el 10% del volumen total y, por otra parte, a propósito que está de moda la inclusión social, efectuar una política redistributiva desde los cuatro municipios más ricos a los otros 341 municipios por la vía de aumentar el aporte de las comunas de Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea y Providencia en materia de impuesto territorial, pasando del 65% actual al 75% de aporte al FCM; pasando en estas comunas en materia de permiso de circulación del actual 62,5% al 75%, y finalmente en materia de patentes comerciales en estas cuatro comunas, también pasar su aporte al FCM del actual 65% también al 75%.
Si las tres oposiciones descritas concordáramos a lo menos en esta plataforma común, en mi opinión, el acuerdo electoral tendría un sentido para los millones de chilenos que elegirán ese domingo a sus futuras autoridades comunales y regionales.