Merecedor de un importante premio alemán de dramaturgia en 2013, "Demasiado cortas las piernas" es el debut de una nueva joven autora suiza, Katja Brenner, que -según se dice- escribió su "ópera prima" a los 18. Ella mostró aquí talento para componer parrafadas que suenan sugerentes, pero su obra ganó notoriedad más que nada por la audacia con que esta escritora abordaba una cuestión tremendamente malsana y perturbadora: la relación incestuosa que entablan un padre y su hija, desde la infancia de ella hasta la pubertad.
El texto ni siquiera intenta representar la historia; quizás lo más interesante en él es su búsqueda de cómo contar algo tan escabroso e innombrable (y que es más frecuente de lo que se supone). Opta por ofrecer una narración coral del caso distribuida en varias voces -en esta versión tres actores y una actriz- que describen, relatan y comentan algunas situaciones, a veces como simples observadores, otras hablando por los personajes femeninos. El padre nunca tiene voz.
Lo primero que llama la atención son los problemas de estructura de la obra. Recién a la media hora del torrente oral, de un total de 100 minutos, comienza a configurarse de qué se trata. Los rodeos confusos y alusiones oscuras o inconducentes se repiten más adelante, incluyendo abundantes detalles fisiológicos. No pocos de sus tramos enteros no contribuyen en nada. Aquí hay sin duda muchas palabras, con un valor más narrativo y literario, que poético o dramático.
A poco andar se percibe que es un texto que se limita a exponer: rehúye cuestionar o tomar partido. Si bien anuncia 'explicaciones' o 'justificaciones', no indaga en los motivos, qué sienten o piensan los involucrados, cómo se llega a aceptar esa conducta aberrante y traspasar el tabú. Tan ambiguo y externo es lo que escuchamos que a veces nos parece estar frente a una relación consensuada (¡entre un adulto y una niña!) y normal. La pequeña manifiesta creer que ella provocó la excitación que inició todo, y la madre cuando los sorprende en la cama dice sentir celos de "la otra mujer". ¿No hay algo de truculencia en mostrar solo consecuencias, hechos consumados?
El montaje lo aborda el mismo equipo que en 2014 ofreció la atractiva "Delirio". Aquí la directora Heidrun Breier organiza un artificio formalmente limpio y pulido, en el cual dispone acciones físicas que casi nunca se convierten en signos expresivos. Por otra parte, es indudable que los actores dicen bien sus textos. Así que uno puede seguir la entrega hasta cierto punto con interés intrigado. Luego, con completo desapego emocional y, por lo tortuoso del material y el aire frío e indiferente de su tratamiento, con alguna repulsa de la conciencia moral.
De tanto en tanto se escuchan tras un velo bellísimas arias de ópera barroca y un lied de Mahler por un contratenor novato que está claramente en proceso de formación; sus escollos interpretativos hacen desear que ese recurso mejor no estuviera.
Matucana 100. Jueves a sábado, a las 21:00 horas; domingo, a las 20:00 hasta el 5 de agosto.