He sabido que un par de canales de televisión me necesitan.
Los entiendo y les digo que, en principio, estoy disponible para una de esas asesorías ligeras, pasajeras y bien remuneradas, donde todo es conversable, por supuesto.
Para estos efectos, eso sí, pongo como condición que me traten como a un rostro.
Enumeraré cuatro ideas capitales, pero en parrafitos, porque los ejecutivos de televisión, por deformación profesional, disminuyeron su capacidad y comprensión lectora.
Son ideas especialmente concebidas para el medio audiovisual, es decir, son por si resultan y por si acaso, y por eso vagas, dudosas y volátiles.
Mañana será el mismo día
No veo los matinales y no tengo nada que decir.
En un par de oportunidades, eso sí, los vi, pero muy parcialmente y desde la distancia de la sala de espera de alguna clínica. No estoy capacitado para el análisis y en esto quiero ser sincero, para que nos entendamos: he descendido, pero nunca tanto.
Y sin embargo se mueven
Prohibición absoluta de las siguientes muletillas: "Vamos a un breve corte comercial, no se vaya". "Regresamos en un instante, quédese con nosotros". "Espérenos y no se mueva de la sintonía, ya volvemos".
No sirve la súplica ni la petición conmovedora, porque los espectadores no saben de fidelidad y, al contrario, les encanta mandarse a cambiar. Cada vez que repiten esas frases, como por arte de magia, los televidentes se mueven, desplazan y se van a la competencia. ¿Cuándo regresan esos televidentes? Cuando escuchan las mismas frases, dichas en otro canal.
Me gustaría que pensaran en el eterno retorno.
Isoterma mínima
Los meteorólogos son técnicos sencillos sometidos a un contexto complejo, que clama por la alarma, el pánico y el movimiento de masas. Jamás verán una orden escrita, pero está implícito en lo que las viejas generaciones describían como "meterle color" y entre ponerle o no ponerle, mejor hacerlo: riesgo de inundaciones, avalanchas, lluvia con ráfagas huracanadas, granizos como piedras y todo bajo el amparo del cambio climático, y un poco más allá está el pequeño apocalipsis que aumenta el rating.
Los meteorólogos son seres tremendamente humanos y a los de la tele, por cierto, les horroriza regresar a su isoterma natural: sueldo de funcionario fiscal, oficina con escritorito, estante, marcar tarjeta y la vaguada costera del anonimato.
Entiendo su necesidad, pero que no se les pase la mano. Sobre todo con las marejadas.
Cara de plato
Es un conductor o conductora de indescifrable origen: guataca con discurso, pelolái aventurera, inútil de la familia que busca su destino, compatriota con red de contactos o bien un pechugón comunicacional, que mira el cocimiento, asado o la simple fritanga, para que después le sirvan el producto sobre un plato, se instala en la mesa, prueba con los ojos cerrados y no hay nadie en este mundo que no sepa lo que va a decir.
Y siempre con la boca a medio llenar: maravilloso, delicioso, rico, increíble, manjar de los dioses o para chuparse los dedos.
Esa es la cultura chilena.