Hace ya 17 años, Bettina Perut e Iván Osnovikoff presentaron uno de los más salvajes documentales de la historia del cine chileno,
Un hombre aparte, acerca del legendario promotor de boxeo Ricardo Liaño, que, ya octogenario y pobre, circula por Santiago imaginándose como el triunfador que pudo ser en el pasado. Perut y Osnovikoff inauguraban con esa película un tipo de documental áspero, inclemente, centrado en los temas de la decadencia personal y la obsolescencia social.
Il Siciliano está en esa línea. Esta vez, el protagonista es Juan Carlos Avatte, el más notorio empresario de pelucas de Chile, muerto el 2017. Claro que Claudia Adriazola y José Luis Sepúlveda tienen su propia identidad como cineastas, y en esta película (donde se agrega como codirector Claudio Pizarro) procuran confirmarla, a pesar de que escudriñan en un mundo diferente del que habitan sus otras películas, más cercanas a las poblaciones y la marginalidad. Con
Il Siciliano ingresan a una Providencia venida a menos, añosa y poco favorecida por la propia presencia del empresario de pelucas.
Avatte vive como lo ha hecho siempre: en fiesta permanente, cargado de alcohol y cigarrillos y, sobre todo, rodeado de gente que lo quiere, aunque hay muchas razones para sospechar que ese cariño se expresa en vivir a sus expensas. Circulan por la casa enfiestada vedettes, secretarios, transformistas, izas, rabizas y colipoterras y, sobre todo, un repertorio de cantantes especialistas en imitaciones: Los Beatles, Julio Iglesias, Tom Jones, Sandro. En algún momento se divisan, como visitas, Luis Dimas y el "Negro" Piñera y Maggie Lay, como regalo de cumpleaños. Y el Passapooga, cómo no.
El proyecto en sí mismo tiene un lado de investigación y otro de crueldad. Los indagados no se dan cuenta. La apología de la fiesta inhibe toda lucidez. Nadie le dirá a Avatte que ya no es un rajadiablos, sino un vetusto señor añoso. Nadie se lo diría tampoco porque, para ser justos, Avatte es además la encarnación de una ilimitada alegría de vivir.
Pero hay algo curioso: es evidente que Avatte, que a la fecha del rodaje ya tenía un cáncer terminal, avala la película y hasta pretende organizar algunas escenas. Es seguro que no supo, en cambio, que su empleada lo denuncia por mezquinarle el sueldo y su "pareja" le advierte a la cámara que no cumplirá el deseo de Avatte de aparecer acostado con dos mujeres desnudas. Avatte ha querido su película, pero no la ha controlado.
Adriazola, Sepúlveda y Pizarro se apegan con lo que quizá sea un exceso de celo a la historia de Avatte. Le restringen a su película esa tendencia a la deriva que tiene todo documental (como tenía el anterior
Crónica de un comité), a pesar de que es visible que en ese abigarrado mundo de pequeñas monstruosidades hay muchas historias más luchando por ser contadas. Y consiguen con ello un retrato feroz, despiadado.
Il Siciliano
Dirección:
Claudia Adriazola, José Luis Sepúlveda y Claudio Pizarro.
Con:
Juan Carlos Avatte.
80 minutos.