He presenciado muchos stand up comedy en mi vida y el formato no lo había visto llegar hasta donde lo traslada la comediante australiana Hannah Gadsby en el especial de Netflix, "Nanette".
Con un discurso autobiográfico (donde se refiere a su identidad sexual y lo que piensa sobre los "hombres heterosexuales blancos"), la artista llega a niveles maestros debido a que logra sacar su relato de la caja de ficción divertida al terreno de la realidad incómoda y completamente en sintonía con las denuncias de abusos de poder y sexuales contra mujeres.
Hannah Gadsby dice en vivo y frente a su público que no quiere hacer más stand up . ¿Es en serio? Y en ese ejercicio perfectamente hilado entre la hilarante reflexión y el crudo drama de la vida real, de su vida real, de nuevo cuesta distinguir qué es real o chiste acerca de lo que está expresando; es una duda que se estira a zonas de tensión casi escalofriantes hasta que ella, como buena artesana del chiste, rompe el desasosiego aparente para convertirlo luego en risas seguras.
Hacer humor para ella ha sido saber manejar la tensión arriba del escenario: algo que a lo largo de los años, personalmente, no le ha servido para crecer como persona. Como dije, nunca había visto un stand up así: tan gracioso y, al mismo tiempo, tan dramático. Es más honesto que cualquier tipo de sinceridad que haya presenciado en este formato ya que, creo, siempre pasa que el personaje del cómico se come a la persona que es el cómico detrás del micrófono. Siempre se apodera del show el Pagliacci que esconde sus verdaderas penas en una superficie inofensiva para el espectador.
Pero no es el caso de Hannah Gadsby. Su pena, sus penas las convierte en una gran confesión y reflexión sobre lo sanador que es contar la historia de uno. Rutina, master
class narrativa, de vida y más cosas que aún no mastico, "Nanette" es una hora y poco más de una tremenda obra de arte.
Disponible en Netflix.