Bien por la cómoda sala del Centro Cultural de Las Condes, que tras cuatro obras mayormente para la tercera edad (las últimas dos, en verdad, de bien poco vuelo), se anima ahora a ofrecer una propuesta menos tímida y de mayor riesgo artístico. Es "Asesinato para dos", un musical de bolsillo para todo público, cuyo resonante y premiado éxito en Chicago en 2011 le ha valido versiones en diversas plazas teatrales.
Debut de una dupla creativa de treintañeros, es un muy ingenioso divertimento vodevilesco que parodia los clichés más recurridos de la vetusta novela detectivesca cultivada por autores tan conocidos como Arthur Conan Doyle y Agatha Christie, género que de la literatura saltó al cine, la serie televisiva y la historieta. Particularmente en torno a la manida fórmula del whodunnit (¿quién lo hizo?), que luego de barajar varios sospechosos, revela la identidad del asesino solo en el minuto final.
La singularidad del juego escénico es que toda la trama la representan dos actores, uno hace el detective mientras el segundo se desdobla en los otros trece personajes que mueve la trama, cuatro féminas y tres niños entre ellos. Hay además un personaje fantasma, que nunca vemos, el ayudante del investigador. Los dos 'performers' a la vista cantan graciosas canciones y tocan el piano, a veces a cuatro manos. La historia ocurre en un pueblito gringo y la acción detona cuando un famoso escritor aparece muerto a balazos justo antes de su fiesta sorpresa de cumpleaños.
El director Jesús Codina orquesta bien este endiablado 'tour de force' para que funcione a toda velocidad a la manera de un cómic. Podría ser más brillante y divertido, incluso irresistible, si no fuera porque prevalece un aire algo informal marcado por una notoria disparidad en el estilo actoral. Cuti Aste, músico de formación con una vida entera ligada al teatro desde "La negra Ester", resuelve bien su rol de detective en tono de comedia y con recursos jocosos de amable elegancia. En cambio, José Martínez, especializado en teatro físico y bufo, está definitivamente pasado de revoluciones, su despliegue de energía es tan hiperkinético que puede resultar agobiador. Cuánto más eficaz habría sido si hubiera diferenciado sus personajes con mayor fineza; opta en cambio por un desaforado registro clownesco que le hace caricaturizar sus roles con trazos harto gruesos (y por la rapidez con que habla, sus diálogos suelen no entenderse).
Por fortuna, como uno tiende a adaptarse a las condicionantes dadas, la entrega termina alto, sin duda, mejor que como empieza. Cierto que el espectador de un musical, por muy de cámara que sea, espera que cada ejecutante actúe, cante y baile en forma competente. Aquí la parte instrumental luce impecable y las sencillas coreografías resultan correctas. Pero es evidente que el canto no se trabajó como merecía; la entonación y colocación vocal suenan a veces apenas aceptables, en especial en el caso de Martínez, que debe hacerlo en diversas caracterizaciones.
Corporación Cultural de Las Condes. Viernes y sábado, a las 20:00 horas. Domingo, a las 19:00 horas. Hasta el 29 de julio.