Una imagen que me quedó grabada de la primera fase del Mundial de Rusia es aquella en que se ve al entrenador Jorge Sampaoli conversando con el jugador de la selección argentina Javier Mascherano durante una práctica. La fotografía muestra que Sampaoli, con papel y lápiz en mano, parece recibir instrucciones de su dirigido.
Ambos podrían haber estado tratando de sacar un puzzle o de resolver un Sudoku. Pero dada la fama que tiene Sampaoli de ser incapaz de imponerse en el camarín argentino, no hubo dos interpretaciones: al entrenador "le arman el equipo" los jugadores.
En fútbol, "armar el equipo" consiste en escoger a los jugadores que serán titulares en el próximo partido y determinar la posición que ocuparán en el campo. Esa decisión es la que concentra el momento de mayor poder de un entrenador y que es solo comparable con el instante en que opta por hacer cambios durante el partido.
Por lo tanto, si a un DT "le arman el equipo", quiere decir que prácticamente no tiene poder ni autoridad en el plantel.
Pero el concepto de "armar el equipo" es transferible a otros ámbitos fuera del fútbol. A casi todos, en realidad. En una oficina, una fábrica, un restaurante; en una familia, en un partido político y... obviamente, en un gobierno, podría ocurrir el fenómeno de que al líder alguien "le arma el equipo". En simple, porque este "tiene un problema de autoridad", como se decía en mi pueblo.
Ahora, cuando uno decide hacer uso de su autoridad debe entender que eso tendrá costos, en especial si a uno le toca liderar una organización rebelde o sobreempoderada: "chúcara".
Es el caso de la ministra de Cultura, por ejemplo, que decidió hacer la pega y fue como patear el avispero de los políticos tradicionales. O también está el caso del nuevo rector del Liceo de Aplicación, que empezó a poner en vereda a los indisciplinados y como reacción le quemaron la oficina y lo amenazaron de muerte. Pero ministra y rector siguen adelante haciendo la pega, y tratan de ser ellos los que "arman su equipo".
Distinto parece ser el caso de Sampaoli, que prefiere evitarse los malos ratos que tocan cuando uno "arma el equipo" y tiene que escoger a 11 jugadores y dejar mirando a otros 12.
Como ven, soy partidario de que cuando a uno le toca "armar el equipo" no tiene otra opción que, sencillamente, "armar el equipo".
Ahora bien, no siempre es necesario salir a exhibir que en verdad es uno el que arma el equipo. En especial si uno se llama Sebastián Piñera.
Nuestro Presidente no es del tipo de personas respecto de las que uno sospecharía que alguien "le arma el equipo". ¿Quién trataría? ¿El bueno de Larroulet? ¿El primo Chadwick? ¿El mateo Blumel? Naaaaaa.
¿Por qué entonces tiene que ser el Presidente quien salga a enfrentar a la oposición en la famosa controversia entre "sequía legislativa" y "bloqueo legislativo"? ¿Por qué tiene que ser el Mandatario quien zanje si es el gobierno o la oposición el que no hace la pega?
Piñera no necesita salir a reafirmar su autoridad. Ni para guapear a la oposición ni para despedir a funcionarios deficientes, como pasó el viernes. Es que la Presidencia es como un auto nuevo: cada vez que uno lo saca a la calle, lo expone.