Señor Director:

Mi contradictor, Julio Dittborn, tiene una gracia: por lo menos reconoce que hay una versión o aplicación del liberalismo que se llama "neoliberalismo", algo que a los neoliberales criollos les cuesta aceptar, y no solo a ellos, sino también a Mario Vargas Llosa, quien en entrevista aquí hace poco tiempo afirmó no saber qué era el neoliberalismo más allá de tratarse de una palabra con la que se pretende desprestigiar las ideas liberales en general.

Si yo exagero o no en mi presentación del neoliberalismo y sus planteamientos más conocidos es algo discutible, sin duda, pero al expresarlos me he basado en los autores neoliberales más emblemáticos: Von Mises, Hayek, Friedman, Gary Becker. Si existen hoy otros pensadores de esa línea que se han apartado del radicalismo de las posiciones de tales autores, bienvenidos sean a alguna de las versiones no neoliberales del liberalismo. Tan bienvenidos como el propio Adam Smith: si uno lee de este su "Teoría de los sentimientos morales", apreciará cuán discutibles le habrían parecido planteamientos como los de los cuatro autores antes señalados. Smith, un liberal, no habría sido neoliberal.

Caídos los socialismos reales (felizmente, porque no fueron otra cosa que dictaduras comunistas), hallándose algo desdibujado el socialismo democrático, encontrándose a la baja el pensamiento socialcristiano y desdibujada también la socialdemocracia en un vago e insulso progresismo (cuando no convertida a muchos de los planteamientos neoliberales), el más interesante de los debates se da hoy al interior del liberalismo, o sea, entre los varios liberalismos, a fin de ver cuál de ellos nos parece mejor. Lo que tenemos hoy son liberalismos, e incluso neoliberalismos, así, en plural. No fue el mismo neoliberalismo extremo de la última década de la dictadura chilena del que algunas prácticas neoliberales aplicaron los gobiernos de la Concertación. No fue igual el neoliberalismo de Ronald Reagan que el de Bill Clinton.

Y un detalle: mi contradictor afirma que el neoliberalismo se "ajusta mejor a la naturaleza humana". Solo le faltó decir que se ajusta también mejor a la historia para haber caído en la misma falacia del marxismo: este también decía que la naturaleza y la historia estaban de su lado.

Agustín Squella