Señor Director:

Resulta interesante contrastar las columnas de Agustín Squella y de Sebastián Edwards, aparecidas solo con un día de diferencia. Ambas giran en torno a la importancia que ha adquirido la economía en nuestro país. Squella sostiene que es consecuencia del neoliberalismo, ideología que reduciría el actuar humano exclusivamente a su dimensión económica. Edwards, por su parte, presenta una explicación distinta, señalando que la suerte de hegemonía de este pensamiento surgiría a partir del enorme poder que Pinochet les entregó a los economistas durante la dictadura, a lo que podría agregarse el éxito que tuvieron durante los gobiernos de la Concertación, particularmente en la reducción de la pobreza.

La diferencia no es intrascendente: según Squella cualquier intento de comprender el mundo a través del instrumental económico debe ser catalogado como neoliberal. Para Edwards ello no es así, desde el momento que un economista de izquierda y uno de derecha utilizan exactamente los mismos criterios e instrumental en sus análisis, aunque las conclusiones a que arriben puedan ser muy diferentes. El problema, entonces, más que ideológico parece ser disciplinario, de allí que habría que preguntarse no solo por qué ganaron preeminencia los economistas, sino también qué ha pasado con las restantes disciplinas sociales que no han sido capaces de disputarles ese espacio. En cualquier caso, este fenómeno no es para nada puramente chileno, sino basta con recordar la frase que se popularizó durante la campaña presidencial de Clinton, sobre lo que realmente les importaba a los electores: "es la economía, estúpido".

Juan Enrique Vargas Viancos
Profesor
Universidad Diego Portales