The Carters - "EVERYTHING IS LOVE"
"El lobo solitario muere, pero la manada sobrevive", rezaba Sansa Stark en una de las promociones de la séptima temporada de "Game of Thrones", a la espera del reencuentro con sus hermanos Arya y Bran -y despistando sobre el destino de Jon Snow más allá de El Muro-. En la unión está la fuerza, podría significar, y el matrimonio entre Beyoncé Knowles y el rapero Shawn Corey Carter (más conocido como Jay-Z) lo entiende de esa forma. Nadie ha explotado más su matrimonio por "cuestiones artísticas" ni con tanto éxito como ellos dentro de la industria musical.
Y el último comprobante es "Everything is Love", un rumoreado álbum en conjunto bajo el nombre de The Carters, que llegó de sorpresa y en exclusiva a Tidal -propiedad del músico neoyorquino- y que se explica como una continuación de los trabajos por separado de ambos artistas. Por un lado "Lemonade" (2016), donde la ex Destiny's Child deslizaba una infidelidad de su marido; y por el otro "4:44", la respuesta y las disculpas del traidor como una maniobra para recuperar a su familia. Teleserie llevada a ustedes a través de los medios especializados y las plataformas de descarga de música y streaming .
Y acá, con la paz firmada, Beyoncé y Jay Z dan vuelta la página mostrando el imperio que han construido a poco más de una década de su matrimonio: el trabajo fue lanzado al mismo tiempo que su primer single "Apeshit" (de paso, uno de los mejores cortes de la placa), con un espectacular video grabado dentro y fuera del Museo de Louvre, con bailarinas afroamericanas, los beats de Quavo y OffSet de Migos y los cónyuges posando entre La Gioconda y varias obras de la época neoclásica como si se trataran de una pieza de culto más.
El concepto detrás del disco vuelve a ser completamente autobiográfico. De hecho, se dice que la elección de las pinturas que se ven en la producción atiende al tiempo en que Napoleón conquistó buena parte de Europa, el Caribe y el África del Norte, ligándose a las raíces maternas de la mujer de "Crazy in love": la unión de la esclavitud con la colonización francesa.
Al margen de esos guiños para los recolectores de curiosidades, la pareja también muestra su espacio más íntimo y personal. En "Summer" hacen referencia a amarse en la playa, como se ve en el video de "Drunk in love" -una de sus colaboraciones más destacadas-; en "Friends", Jay Z podría estarle diciendo entrelíneas a Kanye West que su amistad ya no existe, recordando el episodio en que el esposo de Kim Kardashian se quejó porque nunca llamaron a la familia luego del robo que sufrió la figura televisiva en París; y la relación con sus hijos Blue Ivy, Rumi y Sir es una constante.
Porque "Lemonade", en parte, era un homenaje de Beyoncé a la mujer afroamericana con mirada retrospectiva, mientras que su último lanzamiento gira en torno a un legado. No se trata solo de sexo, autos de lujo, joyas, relojes, dinero en efectivo o bebidas alcohólicas como parte de la fiesta; en el álbum se habla de igualdad salarial -"Paga mi cheque, ponle respeto a mi cheque, o págame equitativamente", canta la artista- y del racismo y las injusticias que sigue viviendo la comunidad negra dentro de Estados Unidos; temáticas adornadas por un trabajo en la que el R&B y los ritmos urbanos de moda como el trap y su cruza con el pop toman posiciones de avanzada con respecto al hip hop de bases old school con las que Jay Z envuelve su facilidad para rimar ("713" podría ser el balance perfecto entre ambas corrientes).
Al matrimonio se le pueden criticar muchas cosas, como la exhibición excesiva de su vida privada; que cada paso artístico-personal, que a esta altura van de la mano, esté fríamente calculado con el objetivo de impactar al mundo y remecer a la industria del entretenimiento; y, como efecto, la grandilocuencia y perfección que han instaurado como sello de autenticidad. Sin embargo, la suma de las partes genera resultados como este, con "Everything is Love" como uno de los mejores discos del año. Ahí está el negocio, y allí son imbatibles.