Un libro de mártires americanos, última novela de la prolífica Joyce Carol Oates puede, a simple vista, desanimar o incluso darían ganas de ni siquiera abrirla. En los tiempos que corren, no estamos acostumbrados a tomos tan vastos, tan serios, tan escrupulosamente investigados, tan ambiciosos. Pero Oates nunca se ha andado con chicas y es reconocida en el ámbito libresco angloamericano por negarse a que intervengan sus manuscritos, por no aceptar cortes y por exigir a las editoriales que publiquen sus obras tal cual las manda a la imprenta. Por otra parte, sería un craso error amilanarse ante
Un libro...: es fascinante, amenísimo, muy vigente, está pensado para el público común y corriente, y cualquiera que desee sumergirse en una intriga bien concebida y estructurada disfrutará plenamente de este volumen. Los temas de Oates son candentes, actuales, polémicos y como siempre, están relacionados con las preocupaciones morales y políticas que en las recientes décadas afectan de modo profundo a la sociedad estadounidense. En este sentido, a pesar de cierta pretensión universalista,
Un libro... resulta a ratos bastante provinciano sin que ello le haga perder la fuerza narrativa.
Todo comienza con el asesinato de Gus Voorhees, médico que practica interrupciones del embarazo en una clínica pública, por Luther Dunphy, fundamentalista evangélico perteneciente a una secta de fanáticos que se oponen por todos los medios posibles a esa clase de operaciones. Los hechos tienen lugar en un aislado pueblo de Ohio, donde florece toda clase de organizaciones que siguen la Biblia al pie de la letra o lo que son las peculiares interpretaciones que ahí hacen del texto sagrado. Luther se entrega de inmediato a la policía, y a continuación tenemos la trayectoria de su vida, caracterizada por el infortunio, la miseria, la ignorancia y de manera alarmante, la férrea convicción de que Jesús le ha ordenado hacer lo que hizo. Oates lleva a cabo ingentes esfuerzos para que simpaticemos con Luther, para que nos internemos en una mente primitiva y un tanto enferma, para que conozcamos la trágica historia de una parte de la geografía de su país dominada por el prejuicio, la negación de la ciencia, la sujeción a consignas estereotipadas, la búsqueda de la salvación en base a creencias religiosas que consisten en clichés y puerilidades. La verdad es que lo consigue solo en parte. El retrato de la familia de Luther, de sus parientes, de compañeros de trabajo, de pastores de congregaciones con escasa influencia, aunque apoyadas por líderes de opinión y corporaciones, por momentos puede ser compasivo o humano, aunque a la larga resulta desagradable y hasta repelente.
En cambio, está claro que la autora se siente a sus anchas con el mundo culto, progresista, democrático, feminista y radical de Gus, su esposa, Jenna, sus vástagos Darren, Naomi y Melissa. Oates tiene la astucia de no darle la palabra a Gus, de forma que su biografía, sus logros, su formación universitaria y otros aspectos nos son contados por Naomi y diversos personajes secundarios que entran y salen de
Un libro... según las conveniencias de la progresión dramática. Lo que emerge tras esta crónica es la figura de un héroe de los 60, un profesional brillante dedicado a los derechos de la mujer, una persona que nació para servir, un ser intachable que se atreve a correr graves riesgos, un doctor que tiene defectos y comete errores, si bien a la larga se nos presenta como alguien fenomenal. Por si fuera poco, los ancestros de Gus son formidables y se trata de gente muy acaudalada: su padre es una eminencia en la medicina y su madre es catedrática en Nueva York, convive con talentos superiores, se relaciona con el prójimo a partir de la inteligencia y ella misma ha publicado muchos ejemplares aclamados por la crítica y un sector de estudiosos. ¿Hay dónde perderse?
Bueno, Oates tampoco es una prosista que nos pinte las cosas en blanco y negro, por lo que, una y otra vez, retorna al ambiente rural del Medio Oeste, para seguir la carrera de los descendientes de Luther, en especial la de su hija Dawn, la que, tras una sucesión de adversidades, se convertirá en boxeadora. En paralelo, Naomi, quien ha sufrido el abandono de su madre, intentará realizar un documental sobre las hazañas de Gus. Esta es la veta más interesante de
Un libro... y de alguna manera, conforma el nudo argumental de una narración múltiple y coral, en la que Oates hace uso de numerosos recursos, cuidando la coherencia de su mamut novelístico. En otras palabras, y a diferencia de muchos autores del presente, tiene consideración hacia sus lectores.
Un libro... se nos presenta como un tratado acerca de la guerra religiosa que resurge con virulencia en Estados Unidos y una reflexión en torno al aborto y a la pena de muerte. En buena medida es así: las escenas más terroríficas consisten en pormenorizadas descripciones de nonatos expulsados del vientre materno y hay un prolongado, muy extenso capítulo que se ocupa de la horrenda inyección letal, practicada por gendarmes que no tienen idea cómo administrarla y que, en vez de acortar el proceso, lo alargan a más de dos horas y media. No obstante, detrás de estas acerbas disputas, hay algo mucho más simple y que, sutilezas más o menos, Oates desliza reiterada y abiertamente en este título: la lucha entre liberales y reaccionarios o, en última instancia, entre demócratas y republicanos. Y es evidente de qué lado está ella.