No sé cuál de los dos desenfundó primero. Si fue el carabinero quien levantó la pistola inicialmente o si fue el chofer de Uber el que en un comienzo apuntó al policía con su celular. Lo que sí está claro es que ambos confiaban en que sus respectivas armas (la pistola y el celular) lograrían disuadir al otro.
El carabinero probablemente usó su arma confiado en que actuaba de acuerdo con lo que la sociedad o la opinión pública esperaban de él. Es decir, que hiciera cumplir la ley incluso utilizando la fuerza de ser necesario.
El chofer de Uber probablemente usó su celular para apuntar al policía confiado en que la sociedad o la opinión pública le encontrarían la razón en su manera de actuar. Pensó, seguramente, que su video, filtrado en las redes sociales, encontraría masivo respaldo; porque en redes sociales la mayoría de la gente les tiene mala a los carabineros en particular y a la autoridad en general.
Pero al chofer de Uber -siguiendo con la analogía- le salió el tiro por la culata. Si la opinión pública no hubiese tenido acceso al video que él mismo grabó, de seguro se habría formado un juicio distinto. Los titulares de las noticias habrían dicho: "Carabinero balea a chofer de Uber por resistirse a control en el aeropuerto". El chofer sería la víctima y el policía, el victimario.
Pero, en cambio, el video muestra al chofer tirándole el auto encima al carabinero. Si el uniformado no hubiese retrocedido mientras el auto avanzaba, lo habría atropellado. Entonces nos dimos cuenta de que el chofer tenía dos armas: el auto y el celular. Por lo tanto, si el carabinero no hacía nada, el Uber lo atropellaba, o huía; y si, por el contrario, el carabinero hacía uso de su arma, sería el celular el que lo fulminaría capturando una imagen de brutalidad policíaca.
Es fácil hacer estas reflexiones sentado frente a un computador jugando a ser analista forense. Lo complejo es tomar la mejor decisión en unos pocos segundos.
Pero la controversia sobre este tema se desvió casi desde el comienzo hacia la desregulación de Uber, como si eso tuviese algo que ver con la discusión de fondo. Los taxistas salieron a opinar y los parlamentarios estimaron del caso hacer un mea culpa por no regular ese sistema de transporte.
El problema no es Uber. A mí me gusta Uber, creo que es una solución a una necesidad social. Y porque me gusta Uber, en esta coyuntura le encuentro más razón al carabinero que al chofer.
Es lo mismo que ocurre con la otra noticia polémica de esta semana: el allanamiento que realizó la fiscalía a dependencias de la Iglesia Católica en busca de evidencia sobre casos de abusos sexuales. A algunos les parecerá que fue un uso excesivo de poder. Que se pudo pedir "por las buenas" lo que se requería. Se podrán intercambiar opiniones muy válidas al respecto.
Igual que con el carabinero: se podrá debatir si el disparo debió ser primero al aire o algo así.
Pero a la larga hay una línea divisoria, y habrá que ubicarse allá o acá: ¿respetamos o no a la autoridad y a la ley?