Parece que los grandes formatos constituyeran los intermediarios aptos para volcar la creatividad más genuina de la escultora Pascale Lehmann. Así, en Artespacio, brilla justamente esa clase de trabajos anteriores a 2017. Corresponden a la nutrida serie "Territorios" (2014- 2016), a la "Memoria de la tierra", a "Pulso" (2014). Resultan verdaderas erupciones ígneas que muestran sin miedo su origen y cuyo vigor telúrico amansa la sensibilidad volumétrica de la autora. Las asperezas, los hondos quiebres y erosiones de la cerámica sometida largo tiempo a temperaturas extremas, el previo engobe que integra pasta de arcilla para comunicar cierto tono vidriado, los añadidos ocasionales de porcelana son sus materiales. A los óxidos, a los naturales colores tierra y ocre suelen sumarse esmaltes, como el azul es elocuente. Otras ejecuciones atractivas se vinculan a las piezas circulares del grupo "Obras de pared", en especial las cinco colgadas juntas. En todas las ocasiones descritas la mayor rusticidad de superficies las favorece. En cuanto a los productos de formato disminuido, aquellos que exploran los volúmenes cúbicos y los con apariencia de piedras pintadas surgen menos personales.
También Artespacio, en su segundo piso acoge a Marina Piraces. Artista múltiple nos propone ahora el contrapunto entre ideas naturalistas y la vulgaridad del lucro. Ello se concreta a través de pedazos de fotografías impresas sobre lienzo, unidos por costura manual. Se trata de imágenes arrancadas de paisajes del país extremo y de billetes fragmentarios con sus coloraciones de rigor. Visiones e intermediarios, sin duda novedosos. No obstante, su mensaje se sitúa dentro de lo ideológicamente habitual: los adecuados formatos irregulares muestran aquellas trazas de moneda circulante, privativa del ámbito capitalista que se opone al idealizado anhelo ecológico. Otras realizaciones concurrentes se apartan de lo figurativo, ensayando la letra O y ojetes -aberturas con borde metálico- como protagonistas, si bien se mantienen los colores de nuestro papel moneda.
La Corporación Cultural de Las Condes entrega dos exhibiciones destacadas: una colectiva de cerámica, de pintura individual la otra. Empecemos por esta segunda. En ella llaman de inmediato la atención un par de propiedades contrapuestas: calidad y cantidad. En todo caso, a pesar de su autoimpuesta y ardua tarea, el ejecutar una pintura en dimensiones menores durante todo el año 2017 y 365 trabajos, el talento notable de Pía Subercaseaux aflora por todas partes. Es cierto que en varios de ellos el ímpetu creativo decae, debilitándose tanto el dibujo, como las figuras significativas. Sin embargo, el refinamiento cromático y la individualidad de sus imágenes se conservan imperturbables. Hay temáticas, es cierto, que le son más ajenas: el retrato, los arranques hinduistas. En cambio, vibran los paisajes, los detalles vegetales, las visiones urbanas costeras, muchos pajaritos, las figuras humanas solas o en conjunto. Dentro de este último asunto, las dotadas de coloraciones apagadas, de formas más bien planas y sin rostro alcanzan un nivel estupendo: la serie con pescadores, por ejemplo.
Entre los paisajes junto al mar descuella el conjunto de vivos colores, protagonizado en primer plano por pinos y una palmera, definiendo variaciones siempre muy bellas. También están las casas de atmósfera marítima, como la que muestra una bien construida vivienda azul, envuelta por un día opaco. Agreguemos los panoramas sureños al lado de lagos o ríos anchurosos, en los cuales el reflejo acuático es llevado a la exaltación de un blanco de veras deslumbrante. Terminemos tratando una aproximación a los fundamentos estéticos de estos cuadros. De esa manera, si en el color se advierten huellas claras de Gauguin, ecos del lirismo vigoroso de Van Gogh asoman en las ramas floridas, mientras el ejemplo de los nabis tiende a impregnar, en especial, los personajes humanos de cuerpo entero. También ciertas escenas particularmente ornamentadas y habitadas por figuras femeninas singulares parecieran introducirnos en la fantasía del mundo de los sueños.
En la misma Corporación Cultural se presenta un grupo de integrantes del Taller de Cerámica de Lise Moller. Ella misma nos proporciona un par de abstractas construcciones ligeramente escalonadas, donde gracias al exclusivo empleo del color se logra un muy atractivo efecto luminoso. A la inversa, tres conocidos nombres del taller optan por el realismo de objetos y por una casi monocromía o los colores apagados. Nos referimos a Andrés Vio y su circular atado de cuerdas o varillas; a las características máquinas de guerra, acá miniaturas, de Eugenio Téllez; a la redonda y táctil vasija de cuero, de Hugo Marín. Un autor nuevo, Charles Brooks se suma a ellos mediante un impecable paquete con destinatario.
TERRITORIO SIN TIEMPO
Volcánicas esculturas abstractas de Pascale Lehmann
Naturaleza capital
Mestizaje figurativo de Marina Piraces
Lugar: Galería Artespacio
Fecha: hasta el 16 de junio
365 PINTURAS DEL AÑO 2017
El talento de Pía Subercaseaux, a través de un audaz esfuerzo autoimpuesto
TRANSICIONES
Escultores del Taller de Cerámica de Lise Moller
Lugar: Corporación Cultural de Las Condes
Fecha: hasta el 24 de junio