Sí, estimado lector, tres letras tiene el Partido por la Democracia, conocido en la política chilena y en la sociedad como PPD. Milito en él desde hace 31 años, desde marzo de 1987, prácticamente, la mitad de mi vida y, en consecuencia, conozco su nacimiento, evolución y situación actual.
He ocupado por voluntad popular de la militancia casi todos los cargos, salvo el de presidente nacional y secretario general. Fui presidente del consejo de base de mi barrio, Colón 8000, jefe del comando del NO en Las Condes; presidente comunal de Las Condes; coordinador de las comisiones técnicas en los 90; presidente del frente de profesionales; miembro del consejo nacional, directiva nacional, comisión política y vicepresidente entre 1996 y 2000. Como militante y gracias a la confianza de los presidentes Lagos y Bachelet, integré sus respectivos gabinetes. Con el Presiente Lagos fui subsecretario de Desarrollo Regional, ministro secretario general de Gobierno y ministro del Interior. Con la Presidenta Bachelet en su primer gobierno fui su ministro secretario general de Gobierno y ministro de Defensa. Además fui jefe de campaña de Guido Girardi en 1989 por el entonces distrito 23, Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea; jefe de campaña de la ex diputada María Antonieta Saa por el entonces distrito 17, Renca, Huechuraba y Conchalí; y en este ámbito, finalmente fui jefe nacional de la campaña parlamentaria del partido en 1997. De que lo conozco, lo conozco.
El PPD nació de una coyuntura específica y otra de mayor contexto. En el primer caso, nacimos como un partido instrumental para controlar el plebiscito de 1988 y evitar que se volviera a repetir el fraude que nos hizo Pinochet y la dictadura cívico-militar de derecha en la "consulta" de 1978 y en el plebiscito constitucional de 1980. La Concertación por el NO, sin embargo, y algunos de sus partidos integrantes como la Democracia Cristiana y el Partido Humanista también decidieron inscribirse, en tanto, de acuerdo a la legislación de la época. Su carácter instrumental y con un objetivo específico -derrotar a Pinochet y evitar el fraude- convocó a miles de chilenos de los más diversos orígenes políticos, especialmente ciudadanos provenientes del aquel entonces Partido Socialista renovado. Triunfamos, derrotamos a Pinochet y a la derecha que lo apoyaba. Fuimos parte de la Concertación por el No y de la Concertación por la Democracia, concurrimos como PPD a la primera elección parlamentaria de 1989 e integramos el gobierno de Patricio Aylwin.
La pregunta es: ¿Por qué un partido instrumental con objetivo específico cumplido siguió existiendo? La respuesta a esa interrogante es el origen de larga data. El PPD permaneció, porque simultáneamente fue producto de la renovación de la izquierda en Chile y también del desplome del socialismo real de la Unión Soviética y la Europa Oriental. Lo anterior explica que llegaran al PPD, tanto en su origen como evolución, gente proveniente del Partido Socialista como Carlos Montes, José Antonio Viera-Gallo, Adriana Delpiano, María Antonieta Saa, que anteriormente tuvieron militancia en el MAPU, tanto en el de Garretón como en el de Gazmuri; personas provenientes de la izquierda cristiana, como Sergio Bitar, Marco Antonio Núñez y Daniel Farkas; ciudadanos provenientes de las filas comunistas, como Patricio Hales y Antonio Leal; militantes que provenían del MIR de los 80, como Guido Girardi y Gonzalo Navarrete, así como valiosos militantes, como Gastón Muñoz y Antonio Román, también provenientes de esas fuerzas.
El PPD post Pinochet ha recibido el respaldo en promedio de la ciudadanía en torno al 10% del electorado, considerando para estos efectos las campañas a diputados y a concejales. La excepción a este promedio la constituyó la última elección a diputados donde reducimos nuestra bancada de diputados de 15 a ocho parlamentarios. No obstante que en el Senado el comité PPD lo integran ocho senadores. El PPD existe en la sociedad chilena no obstante sus problemas. 16 parlamentarios, casi una treintena de alcaldes y alcaldesas, y casi dos centenares de concejales, más 20 cores.
La oportunidad para esta agrupación política está en la próxima elección de mañana y lo que defina su identidad en los próximos años. Si no lo hacemos bien, pasaremos a la irrelevancia política con un partido que disminuirá elección tras elección su caudal electoral y con la amenaza de Evópoli y Ciudadanos, por la derecha, y el Partido Socialista y RD, por la izquierda.
Reafirmo que tendremos una oportunidad para, junto con otros, construir una sociedad más libre y justa si mantenemos y profundizamos nuestra identidad partidaria, es decir, un partido de izquierda, democrático, progresista y paritario. De izquierda, porque tenemos que representar al millón y medio de jubilados que sobrevive con menos de $200.000 al mes; a las 40 mil familias que aún siguen viviendo en campamentos; a los estudiantes de la educación pública en todos sus niveles que aspiran a una educación pública gratuita y de calidad; a los millones de chilenos que aspiran a una mejor salud pública; al 80% de los trabajadores que aún no están sindicalizados y al 94% de ellos que no negocian su salario colectivamente. Democrático, porque tenemos que ser ejemplo de democracia interna para la sociedad chilena y reivindicaremos siempre la democracia como la mejor forma de gobierno en la cual la separación de poderes, la alternancia en el poder, el pluripartidismo y la libertad de expresión sean las condiciones básicas para declararse como tal. Progresistas, porque también queremos desde la izquierda un crecimiento económico inclusivo, un empleo decente y estar a la vanguardia de las libertades ciudadanas como en su momento fue la ley de filiación, la de divorcio, el Acuerdo de Unión Civil, la adopción homoparental, el matrimonio igualitario con adopción, la eutanasia, etc. Y paritarios, porque debemos ser parte de la lucha de la mitad de la población chilena, es decir, las mujeres en la lucha por sus libertades y derechos.