No sé quiénes fueron ni por qué lo hicieron ni cuándo empezaron, pero una cosa les digo: me tenían convencido.
En las imágenes, las noticias y tantos comentaristas repetían lo mismo: Kim Jong-un, el líder de Corea del Norte, es lo peor del mundo.
Un monstruo del capricho, una lacra para su pueblo y un azote para la humanidad.
Peor que Oddjob, un coreano come gatos que hacía de chofer y guardaespaldas de Auric Goldfinger. Y más malo que el doctor Julius No y más calculador que el banquero Le Chifre.
Kim Jong-un era adversario del agente 007 y por tanto de Occidente y del mundo libre. Y los enemigos de Bond son mis enemigos.
Era cosa de ver cómo se vestía, el tipo de corte de pelo y ese aspecto de tirano regordete o de niño rico y mimado, que anda con el botón nuclear en su billetera.
Una semana me hablaban de sus tropelías y a la otra de sus abusos y a la tercera de sus manías, y el mes terminaba con su crueldad.
Confiaba plenamente en esa línea argumentativa del análisis profundo y los datos ciertos. Además, estaban los gestos y señales.
Los periodistas internacionales se referían a Kim Jong-un, con sorna y cierto desprecio. Lógico.
Los políticos aseguraban que era una amenaza global. Evidente.
Yo, dentro de mi modestia intelectual, me hacía eco de lo anterior y simplemente no concebía la existencia de ese dictador norcoreano y guatón.
¿Se acuerdan de su hermanastro Kim Jong-man? Lo mandó a envenenar. Esa onda.
¿Y lo que ocurrió con el ministro de Defensa, que se quedó dormido en una de las paradas militares? Lo hizo desaparecer con un fusil antiaéreo.
En un almuerzo familiar, hasta una tía soltera lo preguntó: "¿Supieron la última de Kim Jong-un?". Y se respondió sola, porque por algo es soltera: borró del mapa a cuatro integrantes del popular conjunto musical Unhasu.
Su tío, el viceministro Choe Yong-gong, formuló una crítica política a sus decisiones, y el sobrino todopoderoso lo usó de blanco para la artillería pesada.
Y a otro tío, además su tutor, lo lanzó dentro de una jaula con 100 perros hambrientos.
Hasta 007 habría quedado como yo: estupefacto, paralizado y perplejo, porque no se puede ser tan recontra malo.
Y era bueno para el trago, qué te parece, y se gasta 600 millones de dólares en pasatiempos mientras su pueblo se muere de hambre.
En Pyongyang, si te pillan con una Biblia en la calle, te encarcelan; si te descubren viendo películas occidentales, lo mismo; y si son superproducciones de Hollywood aumenta la pena, y si es cinearte europeo, igual: preso.
Tenía la imagen fija y completa: Kim Jong-un es un peligro para el mundo contemporáneo y una pesadilla humana.
No sé quiénes fueron ni por qué lo hicieron ni cuándo empezaron, pero ahora me están tratando de convencer de lo contrario.
¿Quiénes? Los mismos de ayer: las noticias, las imágenes y los comentaristas.
Ahora dicen que es un estadista que está creando otro clima en el mundo y ya viene la desnuclearización y la amistad entre los pueblos.
En una línea: Kim Jong-un encarna una nueva esperanza global.
No creo que le lleguen a dar el Premio del Nobel de la Paz.
Pero también es verdad que ya no creo nada.