Arctic Monkeys - "Tranquility Base Hotel & Casino"
Nunca se atrevió a decir que con la guitarra lo había hecho todo, pero a Alex Turner, el líder de Arctic Monkeys, las cuerdas terminaron por gastarle toda su inspiración. Después de cinco álbumes de estudio que lo convirtieron en uno de los pocos actos de rock masivos y determinantes nacidos en el nuevo siglo, al británico se le acabó la gasolina. Pero apareció su mánager, en el día de su cumpleaños, con un piano como regalo, un instrumento casi inexplorado por el músico, que le devolvió el apetito por componer.
El prólogo de "Tranquility Base Hotel & Casino" (2018), el más reciente disco del cuarteto, se escribe de esa forma y, a la vez, se lee como un libro aparte en la historia de la banda. 12 años atrás, le cantaban a salir de fiesta, a conquistar chicas y a bailar, beber y fumar sin miedo, porque eran jóvenes y era lo único que importaba; ocho años después, asimilaban la resaca y los errores en tono rudo y decadente, porque era imposible darle la vuelta al reloj; y en este capítulo 2019, las fallas se recuerdan incluso más lejanas, huelen a humo, tabaco y whisky, y se repiten de lunes a lunes sin pausas, como un castigo del tiempo.
Sentado frente al piano, Turner dice "yo solo quería ser uno de los Strokes" y esa historia podría traducirse como la de un
rockstar caído en desgracia. Aunque la construcción del álbum dicta exactamente lo contrario: en la era de los hits y el consumo digital, Arctic Monkeys lanza un trabajo sin un solo single, difícil de digerir a la primera escucha, como un escondite de detalles sonoros en clave retro y referencias a lugares y épocas en las que sus músicos nunca estuvieron, por más que sí lo parezca. La mejor manera de plantarle cara al presente y al futuro, donde la redundancia se paga tan cara como el desinterés.
Frank Turner - "Be more kind"
Sí, Donald Trump llegó a la Casa Blanca y se ha convertido en un problema; y sí, durante las últimas temporadas la música ha tomado el nuevo mapa sociopolítico de Estados Unidos como una fuente de inspiración casi elemental. Pero ya basta de quejarse por redes sociales o de pensar que la vida no tiene sentido, porque es tiempo de transformar y de sacar algo positivo de todo este asunto, juntos como sociedad y apelando a la "compasión" o "el sentido común", como dice la canción "Make America Great Again".
Esa reflexión podría definir buena parte del significado de "Be More Kind" (2018), el séptimo trabajo discográfico del inglés Frank Turner, que se asienta desde la madurez personal del músico de 36 años para alcanzar un ánimo de comunión y apoyo dentro de sus parámetros que transitan por el folk más melancólico y, ahora, dentro de un pop rock con sentido de masas, logrando justamente eso, un caballeroso mensaje de esperanza sabiendo que los vientos que corren en la actualidad son difíciles de sobrellevar.
Y Turner no se amilana. Por el contrario, toma la libertad compositiva como una bandera que clava en lugares más alejados de su zona de confort, como lo fue en su anterior álbum "Positive Songs For Negative People" (2015). Acá no solo hay piezas del punk rock clásico como "1933", sino también guiños al soul en "Don't Worry", momentos instrumentales de alta emotividad como "There She Is" y "21st Century Survival Blues", y un paso por la escuela de U2 al calibrar las guitarras en busca de una épica que representa nuevos y mejores días.