¡Buscamos ser líderes! Debería ser una consigna permanente en las organizaciones pero también en los grupos y en el interno de cada adulto que tiene responsabilidades. La palabra se usa con tanta frecuencia que nos olvidamos de su significado y de sus requisitos. Por ejemplo, pocas veces decimos que deberíamos ser líderes de nuestras propias vidas.
Ser líder es primero tener metas y actuar en consecuencia. Que no sean otros los que definan mi vida, sino yo mismo. Con todo el apoyo y la ayuda de otros, como siempre en las acciones humanas.
Requiere ser proactivo e inclusivo. Tomar iniciativas pero incluir a los demás en ellas. No somos líderes cuando vivimos encuevados o asustados ni cuando dejamos fuera a quienes nos rodean y nos quieren o necesitan.
Requiere tomar riesgos, tener coraje. No hay liderazgo sin riesgo, aun cuando lo que estamos liderando es nuestro propio destino.
Durante siglos se pensó que el liderazgo se basaba en la razón. Solo a través de la razón podríamos controlar nuestros destinos y ejercer liderazgo sobre nuestras propias vidas. Y sobre las vidas ajenas que queremos liderar. Eso fue cambiando, cuando desde el psicoanálisis el inconsciente pasó a ser un determinante, ya que está escondido bajo la ·razón· y determina muchos comportamientos humanos. El liderazgo entonces también se relacionó con la capacidad de percibir los sentimientos más profundos y escondidos de los demás, y de nosotros mismos como líderes de nuestra propia vida, de nuestras opciones y caminos. Entonces, la razón tuvo un límite.
Y apareció la confianza como el fundamento del liderazgo.
Esto plantea un problema a la psicología, porque nos hace responsables de trabajar en adquirir confianza para ejercer liderazgo. No se trata de esa confianza artificial del que nunca se equivoca, del que grita más fuerte, del que saluda atentamente a sus subordinados.
La confianza requiere niveles altos de autenticidad. Y eso no se inventa ni se aprende en los libros.
Yo confío en quien siento que me dice la verdad. O al menos no me la oculta. Es una difícil tarea. Generaciones enteras fueron educadas para ocultar como forma de proteger. Hoy es menos claro; parece ser que la verdad es una mejor protección.
Tenemos un nuevo aprendizaje que hacer: creer en la verdad como herramienta de liderazgo. Y esto es válido para los que dirigen países o empresas como lo es para los padres y amigos.