1 "Monty Python's Flying Circus" (1969-1974)
A casi medio siglo de su salida al aire en BBC2, la señal en colores del canal británico, "Monty Python's Flying Circus" no solo ranquea entre las mejores series cómicas de la historia, sino entre los grandes artefactos culturales del siglo XX. Este es el lugar donde el humor negro, las angustias de posguerra, la generación de la bomba atómica, los callejones del existencialismo, el psicoanálisis y las teorías del lenguaje, la revolución sexual, el conservadurismo inglés, el impulso paneuropeo, los mecanismos de libre asociación, el surrealismo y el dadá, el pop y el rock, Los Beatles y Los Stones, mayo del 68, todo ello y más -mucho más- se intersectan, chocan e intercambian fuerzas en sketches tan incoherentes como perennes. Se ha vuelto imposible dar cuenta de cuántos han sido influenciados por las ocurrencias de John Cleese, Graham Chapman, Michael Palin, Terry Jones y Terry Gilliam. Estos tipos odiaban la monarquía, pero sin querer terminaron fabricando un equivalente de las joyas de la corona. Insuperables.
2 "The Good Place" (2016), de Michael Schur
Para enterarse de que "The Good Place" existe, básicamente es necesario que alguien te la recomiende. De lo contrario, uno podría seguir surfeando por los menús de Netflix y pasar de conocer a Eleanor Shellstrop, una mujer recién fallecida que despierta en el "Buen Lugar", un espacio habitado por gente que -gracias a su bondad, altruismo o filantropía- alcanzó altísimos puntajes en su vida anterior. El problema es que Eleanor sabe que no pertenece ahí: ella fue una verdadera lacra y ahora tendrá que pasarse la eternidad fingiendo o tratando de ponerse a la altura moral de los otros, que -observados más de cerca- tampoco parecen ni tan buenos ni tan santos. En una sociedad obsesionada por el perfil público y la percepción que los otros tienen de uno mismo, la metáfora es brillante (y su ejecución, también).
3 "Gravity Falls" (2012 y 2016), de Alex Hirsch
¿Qué serie puede decir de sí misma que tiene los capítulos necesarios, ni uno más, ni uno menos? Uno de los pocos casos de estos días es "Gravity Falls", creación de Alex Hirsch, chico maravilla de la televisión infantil contemporánea, aunque condenar su programa a esa categoría sería pecar de egoísta. Las aventuras veraniegas de los gemelos Dipper y Mabel Pines son tan parientes del resto de la programación del canal Disney (que produjo la serie) como de los "X-Files", "Stranger Things" y "Twin Peaks": un show de misterios que se va desplegando como quien lee un fascinante libro de cuentos, que -tal como todas los veranos de la infancia- acaba por volverse tan esencial como intemporal.
4 "Atlanta" (2016), de Donald Glover
Se lo ha repetido hasta el cansancio: "Atlanta" es la mejor serie de TV en circulación, pero el programa creado y protagonizado por Donald Glover es el rarísimo caso donde el hype , los excesos publicitarios y la sobrerrecomendación están totalmente justificados. Tributaria al mismo tiempo de los legados de Woody Allen, Spike Lee y The Wire, la saga de Earn -un bueno para nada que vive de allegado con su ex mujer mientras sueña en convertirse en productor de hip hop- está entre los mejores retratos de vida urbana en lo que va de la década, sobre todo porque no trata más de la cuenta: su ritmo, su beat , semeja sin esfuerzo aparente el de la vida real.
5 "Dheepan" (2015), de Jacques Audiard
Se entiende que para los estadounidenses una Palma de Oro en Cannes signifique poco y nada, pero aun así cuesta aceptar que "Dheepan", la ganadora de 2015 -y uno de los poquísimos filmes franceses que han conseguido el galardón-, se encuentre virtualmente enterrada dentro de Netflix. Quizás habría que incorporar al servicio la categoría de cintas premiadas; pero, en fin, eso no le quita mérito a la odisea de Dheepan, ex soldado nacionalista en Sri Lanka que se reinventa como refugiado en Francia (con una esposa e hija falsas) solo para volver a meterse en problemas. Su historia hace mucho sentido hoy, en un escenario donde las fronteras están más cerradas que abiertas para tipos como él.
6 "Jim & Andy: The Great Beyond" (2017)
A casi veinte años del rodaje de "Man on the Moon" (1999), el filme biográfico sobre el comediante Andy Kaufman, Jim Carrey decidió hacer público el material que sus asistentes registraron tras las cámaras, dejando en evidencia hasta qué punto el actor se dejó abrazar por su personaje. De hecho, no fue una actuación, sino más bien una posesión: Jim "se volvió" Andy -día y noche- por casi tres meses y, aunque el esfuerzo casi lo mató, el actor hoy lo recuerda como un ejercicio trascendental en la búsqueda de su propia personalidad.
7 "Descalzo en el parque" (1967) y "Nosotros en la noche" (2017), con Robert Redford y Jane Fonda
En 1967, Jane Fonda y Robert Redford confirmaron su estatus de estrellas en ascenso al protagonizar "Descalzo en el parque", la historia de unos recién casados que deben aprender a vivir juntos en un minúsculo departamento de Greenwich Village. Medio siglo más tarde, ambos se reúnen por última vez en "Nosotros en la noche", acerca de dos vecinos que intentan superar su viudez convirtiéndose en un insólito dúo. No son amigos. No son pareja. ¿Qué son? Entre un filme y el otro, transcurrió toda una vida y toda una carrera, pero Fonda y Redford se lo toman con calma y aceptación de quien ha recorrido un camino excepcional.
8 "Glen Campbell: I'll Be Me" (2014)
Los documentales musicales se han convertido en la gran tabla de salvación para artistas cuyo catálogo ya no se toca en las radios ni en canales de videoclips, al extremo que hoy existe una sobrepoblación de material en el género. ¿Cómo separar la paja del trigo? "I'll Be Me" es un buen punto de partida, ya que, aparte de hacerse cargo de la leyenda de Glen Campbell -un gigante del country y uno de los grandes guitarristas de sesión de todos los tiempos-, sirve como abierto testimonio de su descenso en el alzhéimer. Autorizado personalmente por el artista y su familia, el equipo registra la última gira del músico, quien pese a recordar vagamente a los suyos, se sube al escenario a tocar sus hits como si nada, y lo hace de forma inolvidable.
9 "Dave Chappelle: Equanimity" (2017) y "Dave Chappelle: The Bird Revelation" (2017)
Junto con producir películas y series propias, Netflix ha invertido una cantidad gigantesca de dinero en especiales de stand up , convirtiéndose en líder indiscutido del formato. Su catálogo incluye desde comediantes nacionales hasta súper estrellas como Ricky Gervais y Jerry Seinfeld; sin embargo, ninguno de ellos ha causado el impacto que produjo el regreso del legendario Dave Chapelle al estilo que más le acomoda; tanto así que, aunque su contrato especificaba la filmación de un solo programa -el extraordinario "Equanimity", registrado en el Warner Theatre, de Washington D.C.-, el humorista grabó otro de yapa, en el Comedy Store de Los Angeles: "The Bird Revelation". Ambos son un salvaje repaso al estado de ánimo de la era Trump, la corrección política y los límites de lo que uno puede decir frente al micrófono; pero en "The Bird Revelation" Chapelle va más allá al hacer de su humor un acto de improvisación sin red. Como si en vez de contar chistes se asumiera de una vez por todas como el gran jazzista que es.
10 "El Cristo ciego" (2016), de Christopher Murray
En un año en que el perfil del cine chileno ha aumentado enteros gracias a los premios que ha recogido "Una mujer fantástica", aún choca la mínima presencia que este tiene en los servicios de streaming globales. No es algo que se vaya a solucionar de la noche a la mañana, y quizás por eso lo útil de la aparición en Netflix de "El Cristo ciego", el alucinado relato de un sujeto que -viviendo en una pequeña localidad del norte- decide un día que sanará con fe la enfermedad de un antiguo conocido y comienza así una peregrinación que lo lleva tomar contacto con lugares, personas y modos de vida que hacen de su viaje una suerte de misión. ¿Estamos observando a un charlatán o así es como se gatilla el germen de religiosidad popular?