El favorable desenlace de la crisis argentina es perfectamente posible, poco tiene que ver con las anteriores, trasciende a sus fronteras y es importante para Chile.
Argentina es nuestra principal prioridad en la región. Con los argentinos compartimos valores y una de las fronteras más extensas del mundo. Ambos factores han sido determinantes para nuestra independencia y para solucionar pacíficamente tensiones y desencuentros, como no ha sucedido con otros vecinos.
Con la presidencia de Mauricio Macri ha surgido una oportunidad única para fortalecer las relaciones bilaterales, dañadas por Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
La extinta pareja presidencial empobreció a los argentinos, alimentó la endémica corrupción y la desconfianza, desató una inflación y desequilibrio fiscal casi incontrolables, se distanció de Chile, hasta nos agravió con la crisis del gas; finalmente, contribuyó a fracturar Sudamérica con su apoyo a los regímenes de Venezuela, Cuba y sus aliados del ALBA.
El Presidente Macri está revirtiendo el magro legado de sus predecesores. Rápidamente reinsertó a su país en la comunidad de naciones. En lo interno, se equivocó con el gradualismo, dilatando reformas estructurales indispensables para reducir drásticamente la inflación, el déficit en cuenta corriente y el gasto público. La desconfianza y la fragilidad heredadas se agravaron por el reciente fortalecimiento del dólar, aumento de las tasas internacionales de interés y por la reticencia extranjera a invertir en países emergentes.
En la encrucijada, por una importante crisis cambiaria, Macri se ha visto forzado a recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI), satanizado por los argentinos. El Presidente aspira a recibir este financiamiento con flexibilidad, bajo mínimas condiciones de ajuste fiscal, para no restar posibilidades a su reelección en 2019. Ambos propósitos están en duda.
Macri, con la ayuda de la comunidad financiera internacional, acompañada de reformas internas, podrá superar esta crisis. Hasta los apocalípticos deben reconocer que a diferencia de las crisis cambiarias anteriores, se cuenta con un presidente con reconocida seriedad y capacidades; que en Argentina ahora no hay cambio fijo, la deuda externa está razonablemente estructurada y no hay riesgo de corralito ni retiros masivos de los depósitos bancarios.
En las dificultades se prueba la amistad. El gobierno de Chile debe apoyar resueltamente la estabilización de Argentina, es de mutuo e internacional beneficio, para los países y sus inversionistas. Se debe abordar sin más dilaciones el fallido nombramiento de embajador en Buenos Aires, nuestra diplomacia y autoridades financieras deben desplegarse, anticipando el apoyo a la solicitud de Argentina al FMI, donde tenemos participación en su dirección y cabe buscar otras maneras de colaborar a la pronta superación de la crisis del país vecino.