La miniserie parte con la Virgen de Lourdes en primer plano. Martín Vargas le reza desde que era un niño y daba sus primeros pasos en el boxeo en la localidad de Rahue, en Osorno. Le reza a diario, tal como le enseñó su mamá, porque entiende que para conseguir el sueño de ser campeón mundial necesita mucho más que saber pegar un buen combo: necesita primero salir del pueblo donde nació y de la pobreza; tener contactos y el apoyo de un buen manager; necesita, en resumen, un verdadero milagro que cambie su vida.
La épica del pugilista nacional es la que aborda "Martín, el hombre y la leyenda", la miniserie de cuatro capítulos que inexplicablemente Mega tuvo por casi dos años guardada en el cajón y que desde el lunes pasado emite en la segunda franja nocturna (23:30 horas).
Gastón Salgado, el actor tras Martín, es uno de los grandes aciertos de la producción. Su interpretación es creíble y sostiene la miniserie no solo por el notable parecido físico que logra con el pugilista -bajó siete kilos y tonificó su cuerpo para interpretarlo-, sino también porque construye un personaje empático y querible: ese Martín que habla en tercera persona, que le dice a quien quiera escucharlo que obtendrá el título mundial y que a puro ñeque deja su pueblo natal jurándole a su familia que cumplirá sus sueños.
Escrita por Rodrigo Cuevas ("Los 80"), la producción es también un repaso a la situación política y social que vivía el país a principios de los 70. Martín Vargas construyó su carrera y llegó a convertirse en ídolo nacional en medio de la Unidad Popular y del posterior golpe militar, por lo que sus triunfos, que copaban las portadas de los diarios y revistas de la época, se transformaron en una suerte de bálsamo para el chileno medio imbuido en esa compleja realidad.
Martín reconoce que no le importa la política, porque "yo soy deportista", comenta en una escena donde Mireya (Francisca Lewin, quien luego será su mujer) y el entonces pololo de esta lo invitan a marchar. Una escena seguida por el relato en off de un periodista -el mismo que cruza toda la historia y que interpreta Alejandro Goic- sobre el bombardeo a La Moneda, el que se muestra mezclado con escenas de un Martín ajeno a todo y entrenando en las calles como cualquier persona que tuvo que seguir con su vida como si en el país nada hubiera pasado.
"Martín, el hombre y la leyenda" se inmiscuye también en la frustración y en los fantasmas que el deportista, tildado después por los medios de borracho, sintió, porque a pesar de sus rezos para "pegar y que no me peguen" y de las promesas que hizo, nunca obtuvo el título mundial. El auge y la caída de ese ídolo de masas es el que retrata la producción que, seguramente, se convertirá en uno de los imperdibles del año en la TV y que sigue la línea de otras series de calidad; entre ellas, "Bala loca" y "Ecos del desierto".