Digamos de partida que el título de la columna es siútico e inútil, porque todos sabemos hacia dónde va el Partido por la Democracia, más conocido como PPD. Aunque me puedo equivocar.
La alocución latina y los signos de interrogación fueron recursos desesperados, lo reconozco, para capturar lectores en una fecha señalada: hoy se realiza, a menos que se suspenda, el XLIX Consejo Nacional Extraordinario del PPD, donde los números suenan más limpios si son arábigos: 49.
O sea que alguna vez convocaron al 48, la verdad no me enteré, y el próximo sería el L, en número romano, pero que también es una de las letras del abecedario español y esa letra, precisamente, era la marca en los pasaportes de los chilenos exiliados.
Recuerdo los lemas de sus campañas electorales y tengo grabado el de la municipales de 2000, "Te defiende", y su correlato en las parlamentarias del 2001: "Te defiende como león". Y el incomprensible de las parlamentarias de 2009: "Rompamos el hielo, PPD".
Lo de números, lemas y letras es para llegar al lenguaje que habla del lenguaje y esa es la conclusión: el PPD es un metalenguaje.
Fue mucho meterle -léase la retroexcavadora- y se fueron tanto de lengua como de lenguaje.
Y por esa razón, entonces, el PPD es y no es un partido.
Lo es porque está legalmente inscrito, aunque el año pasado se borraron 4.579 militantes.
No lo es porque el PPD fue un partido instrumental, es decir, una composición musical de la transición y un sonido clásico que se identifica con ese período político.
Las transiciones no acaban con los partidos de un día para otro, pero los marchitan lentamente.
Esto se refleja en su inconsciente ideológico y vayamos a un documento de 39 páginas publicado en 1998: "ABC Doctrinario".
Una puesta al día imprescindible refleja el precipicio actual, pero lo que corresponde es lo siguiente: "ABCDEFGHIJ Doctrinario".
Así están las cosas.
Y eso que falta una letra y para eso vaya una desclasificación personal: durante casi dos semanas milité en el PPD, en su fundación y en el lejano 15 de diciembre de 1987, porque me convenció uno de sus líderes, don Armando Jaramillo Lyon, ex senador del Partido Nacional, ex diputado del Partido Liberal, ex alcalde de Nancagua, abogado y hombre de campo.
A la semana me di cuenta de la verdad: la corriente de pensamiento de don Armando al interior del PPD no era corriente y ni siquiera daba para pensamiento.
En otras palabras: solo estaba yo.
El 28 de ese mes fui con la intención de renunciar, pero pensaron que era una broma de inocentes por la fecha, y decidieron interrogarme para ver si yo era del PPD o podía ser del PPD, porque por esos tiempos dicha militancia vestía
glamour intelectual, mérito ciudadano y futuro político.
No recuerdo las preguntas ni las respuestas, pero a primera hora me despidieron con amabilidad y misericordia: "Usted carece de sensibilidad".
Esa tarde se lo conté a don Armando Jaramillo Lyon y él, con su franqueza habitual, me mandó a la cresta.