A Perfect Circle - "Eat the elephant"
Pareciera que mientras más le preguntan sobre el nuevo disco de Tool a su vocalista, Maynard James Keenan, más busca abstraerse de esa fórmula en sus proyectos paralelos. Porque "Eat the elephant", el primer trabajo de A Perfect Circle en 14 años, descansa en la parsimonia y la construcción de atmósferas melancólicas, lejos de la agresividad y la experimentación acostumbrada por la banda que completan Danny Carey, Adam Jones y Justin Chancellor.
En contraparte, el conjunto mantiene la calma con canciones aguerridas que se tuercen entre el exotismo de sus arreglos y se elevan, a la vez, en los transcursos operáticos de algunas de sus piezas, donde la construcción de los ambientes desde las percusiones, las cuerdas y los teclados prometen épica y esperanza en partes iguales; además de cierta estética medieval que se intensifica en aquellos momentos en que la fragilidad de los temas desconoce si terminará en un silencio o en un grito destemplado.
De hecho, parte del encanto de "Eat the elephant" se sostiene en la sensación de misterio que guarda el desarrollo del disco. Sin embargo, el verdadero quiebre radica en la búsqueda de un sonido transversal, cercano a las masas y de ambición pop, como lo demuestran en el single "So long, and thanks for all the fish" y la poderosa balada "Delicious", dos cortes que definen la evolución de una banda que siente la necesidad de afianzarse en la nueva era.
Zoé - "Aztlán"
Hace 12 años, Zoé lanzaba "Memo Rex y el corazón atómico de la vía láctea" (2006), su cúspide creativa y, a la vez, su momento de mayor éxito comercial. En esa época la banda mexicana logró sortear una primera etapa más o menos ajena al
mainstream para consolidarse a nivel continental. En el antes y el después, sin embargo, la esencia de la banda jamás cambió, independiente del desarrollo que tuvieron sus trabajos siguientes.
Y "Aztlán", su sexto álbum de estudio, es prueba de esa coherencia. Porque de la voz sufrida de León Larregui van apareciendo historias donde el amor y el desamor se sufren por igual, en una tradición que está cercana a cumplir 100 años desde la irrupción del bolero en México, y que en custodia del conjunto nacido en Cuernavaca ha tomado tonos espaciales contundentes, visualizando una inventiva en la que las palabras guardan la misma pasión que las melodías.
El abanico, además, es amplio. Armonías profundas como en "Venus" y "Hielo", canciones de interés popular en "Azul", el uso desenfrenado de los sintetizadores y hasta guiños al post punk en "No hay mal que dure". En esta última, de paso, el
frontman canta "si alguien te molesta por ser diferente, dales paciencia, ellos son todos iguales"; palabras que pueden abstraerse para apuntar a la banda misma, manteniéndose firme ante las modas pasajeras.