El regreso de "Primer Plano" en su nueva temporada ha sido lo más parecido que hay a esas dietas cortas y de emergencia que se siguen ante una urgencia de salud, pero donde luego los viejos hábitos empiezan a volver.
Este nuevo ciclo, con aires de late show norteamericano de los años 80, de esos donde la ambientación con panorámicas nocturnas de altos edificios impactaba por su modernidad, regresó bajo la premisa editorial de "blanquear sus contenidos". Pero lo cierto es que el único estelar de farándula que queda en la TV chilena recorrió ese camino hace años ya.
Desde los seguimientos incansables a las celebridades, las recreaciones de episodios vergonzantes y los "tongos" armados por la producción habían pasado varios años. Entonces, "Primer Plano" no necesita blanquearse, sino que profesionalizarse.
El espacio que conducen Julio César Rodríguez y Francisca García-Huidobro, al cabo de los años ha ido integrándose al mismo mundo que, desde el periodismo, buscaba abarcar. Así, a finales de 2017 y comienzos de 2018 resultaba que justo en esos dos conductores -notables ambos en su desempeño en cámara- estaban radicados los más sabrosos y contingentes episodios faranduleros del medio local. La vida privada de estos destacables personajes públicos, que además fueron pareja en la vida real, hacía que la audiencia se convocara a verlos, esperando infructuosamente a que se hiciera alguna alusión. Pero no, nada de eso era parte de los contenidos y la decepción era suplida por la tensión sexual que ellos dos saben muy bien impostar.
Pero no solo a ellos los protegía esta suerte de omertá que alguna vez llegó a ser transparentada por García-Huidobro con la frase "no nos comemos entre nosotros". Con los años, ese respetuoso trato por la intimidad se fue extendiendo a los diversos colaboradores de "Primer Plano" o "Maldita Moda", espacios del mismo equipo de producción.
Así, el programa que antes lideró la que llegó a ser llamada "farándula caníbal", empezó a dar muestras de un veganismo exagerado, una señal de que claramente se necesitaba una reconversión. Tener celebridades con un trato distinto al de otras era un camino expedito hacia el fin. Pero el diagnóstico fue errado, porque más que blanqueo, lo que necesitaba el espacio era justo lo contrario: puro periodismo -incluyendo el transparentar los conflictos interés-, con todos los costos personales que eso podría acarrear.
De "Primer Plano" no se espera menos que el despliegue internacional que hicieron para seguir a la supuesta madre de Luis Miguel o la intrusiva, aunque tardía, cobertura del escándalo que afectaba al animador Karol Lucero -que, en otra muestra editorial de descafeinamiento, solo fue identificado como locutor radial-.
Porque más allá de que el rating aún acompañe al espacio de las noches de viernes, y por más fiel que sea la audiencia de mayores de 60 años que concentra sus menciones comerciales de pañales para adultos o de suplemento de alimentación, es claro que las apuestas del nuevo formato de esta temporada -desde el largo homenaje musical a Zalo Reyes hasta la selección de panelistas como Catalina Vallejos- han estado lejos de tener una buena sazón.