En tiempos de bonanza económica brotan como enormes hongos los megaproyectos. Construcciones que involucran grandes torres de edificios residenciales y de oficinas, centros comerciales y muchos estacionamientos, que irrumpen violentamente con su escala y carga de uso en sectores atractivos para el mercado. La gran mayoría de las polémicas urbanas -recientes y en curso- que involucran un megaproyecto totalmente desvinculado del tejido urbano, se han acogido a la misma figura que les da legalidad: el Conjunto Armónico.
El solo nombre ya parece una ironía
new age: edificios que están en un egoísta estado de paz interior y, a la vez, en completa beligerancia con todo lo demás. Se trata de una regalía que premia en altura y constructibilidad justamente por disconformidad. Es decir, porque se considera que por su escala, el proyecto constituye una unidad espacial propia y no en diálogo con la ciudad. Y premia el predio con tal generosidad respecto a la normativa vigente, que vuelve imposible reconciliar el megaproyecto con su entorno. Un golpe de vitaminas para un gigante robusto.
En sus orígenes, el concepto buscaba dar atribuciones a los directores de obra para propiciar lo que hoy la figura contradice: un desarrollo estéticamente coherente con el entorno, aun si para ello debían sobrepasarse las restricciones. La flexibilidad normativa apuntaba, así, al bien común y no al beneficio individual; a la unidad y no a la fragmentación. Otras épocas, en las que, al parecer, prevalecía la buena fe y la excepción no era vista como un derecho de mercado.
¿Queremos ese tipo de megaproyectos en nuestro entorno? ¿Los necesita la ciudad o la economía? Los planes reguladores le reconocen a la ciudadanía el derecho a expresar su parecer respecto a la ciudad en la que quiere vivir. Por el contrario, la clasificación de un proyecto como Conjunto Armónico es un asunto de bastante discrecionalidad. Estas normas y figuras de excepción son imposiciones que se deciden a puertas cerradas, vulnerando los instrumentos de planificación y la gobernanza urbana.