El estreno de la segunda temporada de "Perdona nuestros pecados" está lejos de ser solo un hito histórico para la que se inscribe como la teleserie más larga de la ficción nacional. El alargue de esta producción, que ya venía extendiéndose más allá de los 90 capítulos promedio de las teleseries hacía rato, es también un sinceramiento de la crisis que está viviendo la televisión abierta local.
La explicación en simple: el canal se ahorra la inversión inicial que representa una teleserie nueva, con todo lo que ello involucra: formación de equipos, construcción de sets y desarrollo de guión. Al alargar, los costos se escalan y se va amortizando la inversión inicial. Podría hablarse de una oferta "2x1" de la televisión hacia el consumidor. El problema es que ese ahorro puede tener un precio que no encuentra solo en la economía su valor.
Cualquier seguidor de las telenovelas de Mega, el canal líder en audiencia y con el área dramática más robusta del mercado, habrá notado hace rato que todas las historias del pasado 2017 y actual 2018 están tendiendo a la larga duración. Y eso se traduce en pantalla como un riesgo de adhesión de audiencias que solo la posición de liderazgo de Mega permite arriesgar. La pregunta es cuándo el mismo producto, de tan consumido, llegará a saturar.
En "Verdades ocultas" y "Perdona nuestros pecados" los televidentes han visto cómo en más de una ocasión los giros argumentales han sido más o menos creíbles, y los cambios de actores más o menos acertados. Los villanos, por ejemplo en la teleserie de las 15:30 horas, han cambiado mes por medio en el último período y personajes clave, como los de la madre e hija que gatillan el principal conflicto, han sostenido el alargue recurriendo a desde la variación en la forma de vestir hasta el reemplazo de la actriz Carmen Zabala (dado que en la vida real se embarazó) por Javiera Díaz de Valdés.
Mientras, en la producción nocturna, las elipsis del paso del tiempo han servido de vehículo para que la evolución sicológica de los personajes logre mayor credibilidad. No obstante, también la teleserie ha pagado costos, como dejar a personajes gravitantes partir luego de que los actores que los encarnaron no aceptan continuar.
Alargar una teleserie tiene costos que la actual crisis está enseñando a reconocer. Afortunadamente para Mega las audiencias han sido fieles y han seguido con las teleseries extendidas, pero esa conducta también podría leerse como inercia ante la ausencia de una oferta mejor. Y eso es un riesgo mayor de esta promoción.