En 1930, Jean Cocteau escribió un monólogo teatral para una media hora de puesta en escena, titulado
La voz humana y centrado en una sola situación altamente emocional: la llamada telefónica con que una mujer se despide de un amante que la ha dejado después de cinco años de relación. Requería lo mínimo: un cuarto, un teléfono y una actriz. Y, quizá, algunas fotos para romper, algún objeto olvidado, alguna revista.
Durante la comunicación -al principio entrecortada-, la mujer sufre, llora, miente, se inculpa, hace algún intento por reparar su conducta, inventa salidas con amigas, se da cuenta de que el hombre está en otra casa, finge estar bien, se desespera. Es un completo repertorio de los estados emocionales en una ruptura sentimental. Cocteau era un conocido misógino y en su prefacio proponía que la actriz sintiese como si se "desangrara".
En 1948, Roberto Rossellini filmó este monólogo con Anna Magnani, la volcánica actriz italiana con la que tenía una relación amorosa. Rossellini desoyó las propuestas de Cocteau y construyó cada toma como una exploración en un alma herida, siempre consciente de la representación. Pero como
Una voz humana era solo un corto de 35 minutos, agregó un segundo episodio,
El milagro, que transcurre enteramente en exteriores y crea un complejo contrapunto sobre el dolor, la verdad y la representación. El conjunto se estrenó como
El amor y es una película inmensa, profunda y misteriosa.
Años después, en 1966, Ted Kotcheff dirigió una versión para televisión con la segunda esposa de Rossellini, Ingrid Bergman. Otras actrices de ese calibre -Liv Ullman, Barbara Kowa, Sophia Loren- han querido representar esa obra, y Pedro Almodóvar la ha reconocido como la inspiración de
Mujeres al borde de un ataque de nervios.
A este desafío se ha acercado ahora Pepe Maldonado, uno de los directores más interesantes del cine chileno de los 90, que no hacía cine desde 2003 (
El visitante nocturno). Pero en lugar de ceñirse al monólogo, utiliza a tres mujeres que, en distintas épocas y ambientes, viven la misma situación y dicen las mismas palabras. Una se sitúa a mediados del siglo XX (Schlomit Baytelman), la otra en los años 60 (Denise Nazal) y la última en la actualidad (Antonella Orsini).
Maldonado entrecruza los monólogos y los intercala con breves imágenes de las tres mujeres mirando el mar, una clásica imagen griffithiana de la pérdida. Se reduce con ello gran parte de la progresión del monólogo, pero su dramatismo no desaparece: adquiere, por el contrario, una nueva y rara densidad, con frases que se repiten con distintas tonalidades y coloridos. También es otra su implicancia: en
Crónica de una despedida la condición femenina atraviesa el tiempo, es la misma, inmutable, indemne al cambio. Es la idea de una "mujer inmanente", que ya estaba presente en
Hay algo allá afuera. Una idea que puede encantar a la mitad del feminismo y enfurecer a la otra.
Crónica de una despedida
Dirección: Pepe Maldonado. Con: Schlomit Baytelman, Denise Nazal, Antonella Orsini.
55 minutos.