¿Qué le pasó al "capitán Araya"? ¿Por qué los embarcó a todos y se quedó en la playa? ¿Se arrepintió a última hora? ¿Tuvo miedo? ¿O era un timador que siempre supo que no se subiría al barco?
¿Qué le pasó al ex Presidente Lagos? En su momento nos convenció a todos de que una democracia saludable es aquella en que se deja que "las instituciones funcionen". Su frase se convirtió en un mantra, que moros y cristianos nos compramos. Pero ahora, cuando su amigo Lula da Silva es condenado a la cárcel por acusaciones de corrupción, Lagos pone en duda el funcionamiento de las instituciones judiciales brasileñas.
¿Qué le pasó al ex fiscal Gajardo? En su momento le dijo al país que había logrado descubrir la evidencia irrefutable del financiamiento ilegal de la política y logró mandar a la cárcel a varios empresarios, acusándolos de ser una máquina para defraudar al fisco. Mucha gente le creyó, tomó partido y luego se sentó a esperar que Gajardo lograra probar ante los tribunales su teoría. Pero justo cuando se acercaba el momento de la verdad, decidió renunciar, quizás previendo que arriesgaba una derrota judicial.
¿Qué le pasó al senador Insulza? En su momento dijo que quería participar en la Comisión de Seguridad Ciudadana convocada por el Presidente Piñera e hizo que muchos apoyaran la tesis de que se puede ser oposición y al mismo tiempo colaborar para llegar a acuerdos y hacer mejores políticas públicas. Pero en la víspera de la reunión en La Moneda optó por no embarcarse.
Sí, Insulza, el mismo "Pánzer" que cruzaba la vereda para construir grandes acuerdos con la oposición durante el gobierno de Lagos, el mismo que no temía enfrentarse a Hugo Chávez desde la OEA y que se ganaba que el venezolano le dijera "pendejo, de la p a la o". Ese ex tanque de la política chilena ahora declinaba una invitación presidencial porque sus colegas en el Partido Socialista le ponían mala cara. El tanque ahora era un tranque; un gran volumen de agua, pero quieta, estancada.
Es que muchos creyeron que, tras su triunfo senatorial en el norte, José Miguel Insulza estaba de vuelta. Había sido muchas veces una carta presidencial inconclusa. Pero ahora sí que sí. Con un PS deprimido tras la derrota electoral, Insulza florecería como el líder que el socialismo necesitaba.
Pero Insulza hizo "la gran capitán Araya". Se quedó en la playa. Y esto no es solo una metáfora. Es más real de lo que creen.
¿O acaso no se dieron cuenta de que los personajes de la oposición invitados por el Gobierno a las comisiones son, en el fondo, las figuras presidenciables de la centroizquierda?
¿Por qué creen que sí aceptaron Felipe Harboe, Ricardo Lagos Weber, Gabriel Boric, Jorge Sharp, Carolina Goic, Matías Walker y Jorge Burgos? ¿No les parece que todos ellos tienen en común que se les adivina la ruta a La Moneda en el rabillo del ojo?
Pero, lamentablemente, Insulza dijo que no. Así es que, ni corto ni perezoso, el alcalde de Pudahuel, Johnny Carrasco, tomó el lugar del ex "Pánzer" y nos notificó de que todo obispo quiere ser Papa y todo huevito quiere sal.
El único consuelo para Insulza es que todavía no zarpa el último barco.