Esto es previo a estrategias, estadísticas y tácticas.
Es de antes que el fútbol existiera.
Esto corresponde al comienzo de los tiempos, cuando no había más que pasto verde, algún matorral y un puro arbolito, parece que un manzano.
Está escrito en el libro sagrado y su nombre es Eva, pero también participa Adán, un hombre que no conoció las maravillas del fútbol, pero anduvo trotando por el paraíso.
Vaya una cosa por la otra.
La selección nacional no llegó al paraíso, que en 2018 tiene su sede en Rusia, y su destino es deambular por fuera de los muros de palacio y se alegra la vida con los amistosos que caen, y encuentra.
Pero lo que recorre su interior no está en la superestructura ni en el camarín, sino en la estructura doméstica de una cama matrimonial, donde alguien aconseja al otro y donde ella quizá no sabe de fútbol, pero el seleccionado escucha.
Esta es la situación que recorre al plantel, donde todos tienen al lado una media naranja, un medio melón o una media mandarina.
Es la intuición femenina y una voz sincera y persuasiva.
Son chips al desayuno, incrustaciones mentales a la hora de almuerzo,
coaching al atardecer e implantes antes de dormir.
Las mujeres de los seleccionados son persistentes e insistentes.
Las de los médicos también. Las de los ministros no digamos. Las de los jueces no se cansan de opinar y juzgar.
Esto es para los seleccionados en su conjunto, donde uno será portero y el otro lateral volante, el mediocampista con llegada, el doble 5, un falso 9, el interior izquierdo o el puntero mentiroso.
En esta historia ella habla y él escucha.
En otra historia es al revés, pero acá no.
No conocemos la precisión ni el detalle, pero sí la atmósfera y el contexto, y debido a eso se plantean distintos escenarios.
Esta es la interna de la selección nacional. Acá se juega el futuro del fútbol chileno.
A. Ese gallo nunca me gustó, nunca, te lo dije en el Mundial de Sudáfrica e incluso antes, pero para eso no
tenís memoria. Acuérdate. Yo tengo esa cosa de piel y la piel fue la que me lo dijo: ese tipo es mala clase.
B. ¡Tú no te
hacís ni un tatuaje! Cada uno diseña su vida como quiere y usted, mijito, usted la diseñó conmigo. ¡Ni uno!
C. Es frío como pescado y como que no tiene sentimientos, así que te va a fregar, porque es egoísta y solo se preocupa de él y le da lo mismo el resto. No se puede confiar. Cuando lo conocí, altiro te lo anuncié: chueco.
D. Mira, te va a decir esto, después lo otro, y a lo mejor da explicaciones e incluso, mira lo que te digo, hasta te pide perdón. No le creái. No
pisís el palito. Es de la boca para afuera, pero de ahí para dentro no vale nada.
E. Es cero educación, pero cero, ¿qué le vas a pedir? En la mañana toma, en la tarde entrena y en la noche chupa. En el fondo está enfermo y los va a enfermar a todos. No sé cómo lo siguen llamando a la selección.
F. ¿Con láser? ¿De veras lo
creís? No se los van a poder sacar. Cuando sean viejos no se los van a poder sacar. Donde decía "Jennifer" va a quedar "Jenir" y la palmera tropical pasa a ser un matorral. ¿Por qué?, me dirás tú. Por las arrugas. Así que ya
sabís: ¡ni un tatuaje! Tú no
soi como ellos.